Wednesday, August 2, 2017

18 ALTARES (parte 1)

Políticamente, Honduras está organizada en 18 departamentos. Cada uno tiene una ciudad principal, o cabecera. A inicios del 2012, el Señor me habló de levantarle altares de adoración en las 18 cabeceras.

A veces Dios te pide cosas que no entiendes. ¿Dije a veces? Quise decir casi siempre. Casi siempre Dios te pide cosas que no entiendes. Él las entiende, porque Él entiende todas las cosas, y sabe todas las cosas y sostiene todas las cosas. Pero a ti te toca confiar. Confiar que Él entiende, aunque tú no. Confiar que Él sabe, aunque tú no. Confiar que Él sostiene, aunque tú no. Él es el Todopoderoso, y si Él te pidió que hagas algo, es porque sabe que saldrás victorioso.

Durante los primeros meses, sólo lo sabíamos Abbie y yo. Orábamos por confirmación. Orábamos por claridad divina. Pero creo que secretamente orábamos más para que el Señor disipara nuestras dudas y nos convenciera de que era realmente Él quien estaba pidiendo esto.

Poco a poco el diseño se fue aclarando: Era una misión de tres años: 2012-2014. Consistía en ir a cada cabecera a levantar un altar de adoración en el parque central, durante dos o tres noches, junto con la iglesia local. Para eso tendríamos que entrenar a la iglesia de cada ciudad con respecto a dichos altares, y la mejor manera de lograrlo sería ofreciendo el seminario Adoremos a los ministros de alabanza de las iglesias locales. En vista de que los jóvenes del grupo de alabanza eran mi apoyo impartiendo  Adoremos, ellos serían el equipo de trabajo. Necesitaríamos el apoyo de la asociación de pastores de cada ciudad, así como el permiso municipal para realizar la actividad en el parque central.

Pero antes, necesitaríamos la aprobación de Hermana Emma y Hermano Rigo.

Fui a plantearles el proyecto, explicándoles lo que pensábamos hacer. Inmediatamente, su instinto de protección les indicó que éste sería un bocado demasiado grande para nosotros. ¿Cómo lo lograríamos? ¿Con qué tiempo? ¿Qué de nuestros trabajos y responsabilidades de estudio? ¿Estaban listos los jóvenes? ¿No nos íbamos a fundir? La verdad es que sí era un bocado demasiado grande.

Pero en eso entró mi cuñado Daniel, y casualmente se introdujo en la conversación. Nos dijo que Marcos Brunet estaba haciendo algo similar en Argentina, para gran bendición de toda la nación. Y con eso, el viento cesó y se hizo grande bonanza. Aun cuando fuera un bocado demasiado grande, Dios estaba en el asunto. Y así, desde la oficina de IPV, comenzamos a organizar los primeros seis eventos para el segundo semestre del año 2012.

MUNA había programado para finales de junio un evento grande llamado ¡Honduras, Despierta! El propósito era fundamentalmente reunir a la iglesia del Señor de San Pedro Sula y sus alrededores, para adorar al Señor e interceder por Honduras. Los hermanos garífunas de Sangrelaya fueron convocados, así como nuestro grupo folklórico. Además diferentes equipos de alabanza invitados de otros ministerios, había tres grupos formados con adoradores de MUNA. Uno de ellos era Honda & Piedra clásico, pero sin mí. Porque yo estaba asignado a dirigir con mis jóvenes de IPV.

Hermana Emma estuvo tan satisfecha con el desempeño de los diferentes equipos de MUNA, que decidió dejarlos así, rotando entre ellos la dirección de la alabanza de las reuniones de domingo. Me pareció apropiado que el grupo donde estaban Iona, Oscar, Mirlen, Mari, Aldo, y Popoff, conservara el nombre Honda & Piedra. Al fin y al cabo, eran la mayor parte de la alineación clásica. Y en vista de las tareas que el Señor nos tenía desempeñando, los chicos y yo nos haríamos llamar Adoremos.

El plan era aprovechar las vacaciones de mitad de año de los chicos para visitar el mayor número posible de cabeceras. Lo que logramos organizar fue Comayagua y La Ceiba, para la primer quincena de julio; Santa Bárbara y Yoro, para la primera quincena de agosto; dejando Trujillo y La Esperanza para finales de año.

Mientras tanto, un interesante desarrollo se venía dando en otro escenario.

*   *   *   *   *

Emily quería estudiar medicina desde que era niña, pero para cuando llegó la hora de entrar a la universidad, el pronóstico no era bueno. En su adolescencia, había comenzado a rebelarse. Nada que ameritara la cárcel, pero sí rebelarse desde la perspectiva de un padre protector que además es líder de una iglesia conservadora. Emily seguía yendo a la iglesia, por temor a Dios y a sus padres, pero se había estado haciendo de malas amistades que la distraían del buen camino. Como dijo el apóstol Pablo: Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.

Así se le pegaban actitudes, palabras, y preferencias musicales contrarios a lo que sus padres le habían enseñado en casa. Cuando su padre vio que dejarla estudiar medicina significaría dejarla irse a Tegucigalpa, temió por su hija y no la dejó ir, sino que la matriculó en una universidad de San Pedro Sula - aunque tuvo que ser en otra carrera.

Ahí conoció a otro hijo de ministros que también andaba por las bandas: Martín. Y como suele suceder cuando dos espíritus afines se encuentran, ambos fuera de su elemento, se unen y - consciente o inconscientemente - se protegen el uno al otro.

Martín trajo a Emily a nuestro evento de jóvenes ¡Despega!. Ella no era extraña a la música juvenil, al rap, al baile... ¿Pero en la casa de Dios? Fue un choque para su crianza conservadora. "Dios mío, ¿y esto qué es?", preguntó. Y aunque desde joven había dicho que no se congregaría toda la vida en la iglesia de sus padres, sólo fue a MUNA un puñado de veces durante su noviazgo con Martín. Hasta que en algún momento del año 2012, Martín y Emily llegaron tocando nuestra puerta porque querían casarse en agosto de ese año.

Martín había tenido que acompañar a Emily a su iglesia, para expresar sus intenciones ante el cuerpo de líderes. En algún momento, uno de los ancianos comenzó a hablar acerca de poner en disciplina a Emily, como si hubiese alguna abominación que expiar. Pero su abuelo tomó la palabra y con autoridad la defendió: "Ella no ha hecho nada malo. Ella no está en pecado, ni en yugo desigual. El muchacho es cristiano también. ¿Por qué habrían de ponerla en disciplina? ¡No hay por qué!"

Habían decidido que al casarse vivirían en El Progreso, pero querían congregarse en IPV de La Lima. Abbie había atendido a Emily a solas un par de veces antes, así que asumo que Emily ya había hecho las paces con la noción de que aunque nos expresábamos de manera distinta a como se hace en la iglesia de sus padres, en el fondo queremos lo mismo: servir al Señor en santidad. Ahora estaban ante nosotros, expresando su deseo de servir juntos al Señor.

Por supuesto, el Espíritu Santo ya venía trabajando en el corazón de los muchachos, y ambos estaban encarrilados con el Señor. ¡Eso en sí era motivo de gran alegría! Pero nos tocó la delicada tarea de explicarles que en IPV las bodas son una fiesta del pueblo, y que Martín tenía relaciones deterioradas con algunos hermanos. Así como para entrar al cielo no basta con ser hijos de líderes, sino que cada quien debe atender su propia salvación; así tampoco basta con ser hijos de líderes para estar bien injertado en el Cuerpo de Cristo, sino que cada quien debe estar en paz con los demás miembros. Con ésta y muchas más exhortaciones los animamos a tomar su lugar, no sólo como hijos de Dios, sino como hermanos en la casa de Dios.

Martín y Emily acataron cada una de nuestras recomendaciones. Repararon relaciones rotas. Se incorporaron a los discipulados. Comenzaron a congregarse en las reuniones de la iglesia local. Se injertaron de todo corazón. Cuando anunciaron su boda en una reunión de IPV, toda la iglesia se regocijó con ellos.

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