Hermana Emma decidió organizar un último Encuentro Profético para finales de ese mismo año, en Choluteca. La cita base sería Isaías 44:3 - Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.
Rápidamente me puse a trabajar en la canción lema - Aguas Sobre el Sequedal - y en un nuevo CD de Honda & Piedra, del mismo título. Tendría catorce canciones inéditas.
En ese tiempo éramos Mirlen, Oscar, Aldo, José, Iona y yo. Pero una chica había comenzado a hacer olas con su voz, y queríamos incluirla.
María José Martínez (Mari) heredó el don musical de ambos padres. Su madre canta y toca la guitarra, pero el gen musical es más marcado por la línea de su padre, quien, además de ejecutar varios instrumentos, es artesano de instrumentos de viento. Él a su vez heredó la aptitud de su abuelo materno, un fino ebanista que fabricaba violines. Con padres, hermanos, tíos y primos que cantan, componen y tocan instrumentos, el don musical ha sido fuerte en su familia.
Cuando Mari tenía dos años, sus papás la grabaron cantando A Dios Sea la Gloria, a voz en cuello. Siempre participaba en los coros de niños de la escuela y de la iglesia, y constantemente se aprendía las letras de las canciones que escuchaba. Tenía ocho años cuando le dijo a su madre que quería aprender a tocar guitarra. Poniendo a un lado la ropa que lavaba, madre le enseñó a hija dónde poner cada dedo, y la niña aprendió a tocar Sólo Dios Hace al Hombre Feliz.
Mari era apenas una jovencita cuando comenzó a acompañar a una hermana de la congregación a quien se le había asignado un grupo de crecimiento. No era en el vecindario de Mari. No era un grupo de jóvenes. Y Mari no fue llevada a entretener el grupo, sino a ministrar la alabanza. Era trabajo ministerial formal, y los frutos de su labor no tardaron en hacerse sentir. Además del talento nato y una voz preciosa, Mari tenía el corazón correcto, rendido completamente al Señor.
Así que la invitamos a grabar coros en Aguas Sobre el Sequedal. Mari vino a ser parte de Honda & Piedra, y ahora éramos siete.
Con este CD logramos no sólo finalizarlo en estudio, sino que aún grabamos algunas voces. El presupuesto era casi nulo, pero hacíamos lo que se podía y un poco más. Naturalmente, la mayor parte había sido hecha en programación MIDI o grabando en la oficina. Muchas veces grabábamos de noche, porque no teníamos un estudio con tratamiento sonoro adecuado y porque a esta hora había menos ruido ambiental.
Apropiadamente, presentamos Aguas Sobre el Sequedal en Choluteca - una de las ciudades más calientes y áridas de Honduras.
No mucho tiempo después, Aldo enfrentó problemas financieros. Casado con Gina, padre de una hija y con otro en camino, empezó a viajar tres veces por semana, llevando cajas de bananos maduros para vender en La Ceiba y trayendo piñas de regreso para vender en La Lima.
Su suegro vivía en La Ceiba. Le estaba yendo tan bien en su negocio que necesitaba una persona de confianza que le manejara la producción, y recurrió a Aldo. Gina también recibió una propuesta de trabajo, de una escuela de La Ceiba. En la sala de su casa, oraron y decidieron mudarse a La Ceiba.
Se fue el niño al que le enseñé algunos pininos en el piano. El muchachito que me desafiaba con la última escala que aprendió, cada vez que me daba una cruzada por la iglesia. El joven que después de la universidad se iba a mi casa para oír los avances en la producción del disco de su madre. El amigo que me superó en el piano sin volverse soberbio, y que le dio mayor valor a mis producciones. Se fue.
Al mismo tiempo, José Popoff entró a clases más demandantes en la universidad, y no podía reunirse a ensayar. Aunque seguiría en La Lima y en la congregación, ya no sería parte regular del equipo. José tiene la voz. Tiene el carisma. Tiene la unción. Pero por ahora, también tenía clases.
Y entonces fuimos cinco.
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