Wendy Fonseca asitía a Iglesia Piedras Vivas en Ciudad Planeta. Sus padres habían crecido en el camino del Señor, de una u otra forma, pero se habían apartado tras una serie de malas decisiones. Una invitación providencial en un dispensario los llevó a la iglesia y de regreso al redil.
Las Iglesias Piedras Vivas (IPV) son las congregaciones satélites de MUNA. Durante la semana, cada IPV tiene sus actividades locales; los domingos todos coincidimos para la reunión general en el campamento de MUNA en Campo Dos, La Lima. Cuando Nelson y Glenda llegaron, vieron su familia espiritual extendida. El liderazgo. El templo, en proceso. La escuela.
A pesar de sus serios problemas financieros, decidieron poner su fe en el Señor, y matricularon a sus hijos - Wendy, Josseline, y Nelson - en Sunshine. Wendy entró a sexto grado.
Aldo estuvo ayudando a formar músicos en IPV Planeta, pero se fue a La Ceiba, dejando inconcluso el entrenamiento de Wendy como tecladista. El Pastor Raúl, siendo él mismo un adorador, cantor y músico, le siguió impartiendo a Wendy. La inició en el arte espiritual de la adoración y la puso a ministrar la alabanza con el teclado.
No era precisamente su carácter de adoradora el que se manifestó cuando se rehusó a danzar como la esposa de Noé. Era una muralla; una fortaleza para protegerse.
En al menos una área de nuestra vida, todos nos sentimos débiles. En algún lugar del corazón, todos albergamos al menos una inseguridad. Hay unos pocos que viven con sus debilidades expuestas. Son los valientes que voluntariamente hacen chiste de sí mismos; se ríen de sus propias imperfecciones.
Pero la mayoría de nosotros esconde sus debilidades. Decimos que no nos duele cuando estamos heridos, porque no queremos que el mundo sepa que somos débiles. Tapamos nuestras heridas con vendas que acaban pudriéndose, y la herida empeora en vez de mejorar. Nos negamos a bailar en público porque tenemos miedo a quedar en ridículo.
El ser humano es tremendamente complejo. En su afán por desenmarañar la complejidad, nuestras mentes simplifican, categorizan y catalogan a las personas. "Éstos son buenos; aquellos son malos." Logramos lidiar, pero esa sobre-simplificación no viene sin errores y víctimas. "Éstos son extrovertidos, líderes natos; aquellos son penosos, deberían quedar en el fondo."
Cuando Wendy llegó a formar parte del grupo de alabanza de Sunshine, los demás chicos le decían que no cantara. Que sólo tocara teclado. Nunca supo por qué. Da la casualidad que los que le decían que no cantara, eran aquellos que tenían una personalidad exuberante. De los que se ríen a carcajadas sin importar quién los mire. Los que se sienten cómodos en un escenario, o con un micrófono, o saliendo por la tele.
Supongo que estos chicos disfrutaron desempeñando sus papeles en el musical de Génesis. Supongo que Wendy sufrió desempeñando el suyo. Digo "supongo" porque no lo vi. Fue tal la presión para terminar la música y que los niños se la aprendieran conforme a las expectativas de Carlos, que me enfermé. La noche en que se presentó Génesis, yo estaba en cama con fiebre.
Había dado lo mejor de mí, pero no había administrado bien mi energía. Había tratado de correr los cuatrocientos metros como si fuesen cien. Además, había menospreciado el esfuerzo y la pericia requeridos para conciliar dos visiones diferentes. Finalmente, había fallado en considerar las verdaderas fortalezas y debilidades de los participantes. Si acaso iba a hacer otro proyecto como éste en el futuro, tendría que ser de manera diferente.
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