Cuando terminé de construir la casa de Rigo y Mamá, ella me ofreció empleo como el encargado de Comunicaciones de Ministerio Un Nuevo Amanecer (MUNA). Bueno, en realidad no me ofreció un simple empleo. La descripción del cargo hablaba de una oportunidad única de ser la persona que por años MUNA había buscado para llevar luz y revelación a las naciones de la tierra a través de producir los libros y enseñanzas audiovisuales con la Palabra de Dios revelada a su sierva, la Dra. Emma de Sosa. Y otras cosas así de sublimes. ¿Cómo podría rehusar?
Mis nuevas tareas incluían editar y diagramar libros, diseñar portadas y catalogar años de enseñanzas en audiocasete o VHS. Además de permitirme aplicar los criterios de diseño que me enseñaron en la facultad de Arquitectura y las herramientas de diseño gráfico que aprendí en el mercado, estimulaba mi afición por los sistemas auto-sostenibles. Pero más importante aún, me expuso a un considerable tesoro de revelación bíblica - mayormente lo que Dios había manifestado durante los diez años que me alejé.
Pero mi nuevo cargo también me permitía la libertad de reunirme a orar ocasionalmente con algunas veteranas guerreras y adoradoras de la congregación. A medida que el Señor me fortalecía en mi oración personal, mi tímida voz comenzaba a hacerse notar en el pequeño círculo de oración. Cuando me sentí más seguro, comencé a traer mi requinto. Y así como el Espíritu Santo me enseñó a fluir en privado, comenzó a entrenarme en el delicado arte del fluir corporativo.
Cuando una bandada de aves hace su largo vuelo migratorio, los miembros se ubican en forma de V siguiendo principios básicos de separación, alineamiento, y cohesión. De esa manera operan como una sola unidad corporativa. Optimizando la aerodinámica y rotando el rol de liderazgo en la punta, la bandada llega más lejos con menos esfuerzo que si cada uno intentara hacer el viaje solo.
Lo mismo sucede en el Cuerpo de Cristo, sea a nivel de la Iglesia en todo el mundo, en una congregación local, o en un pequeño círculo de oración. Cada uno de nosotros tiene una porción especial dada por Dios. Si todos la ponemos al servicio de los demás, apreciando y respetando el aporte de cada quien, llegaremos todos más lejos con menos esfuerzo.
En cuanto a la música, el Señor estaba santificando mi porción para que fuese útil a los demás. En cuanto a la revelación bíblica y el poder de la oración, el Señor me había posicionado donde pudiese beneficiarme de la fuerza de otros con mayor experiencia que yo. Todo redundaba en bendición para todos y la expansión del Reino de Dios.
Hermana Emma me enroló para servir en el ministerio de alabanza de MUNA. Más de una década atrás, yo había abandonado la silla de liderazgo de este ministerio. Desde entonces había sido ocupada por diferentes personas. Pero una había mostrado ser fiel todo ese tiempo - con título o sin título, como líder o como seguidora - y era ella quien ocupaba el honroso cargo en ese momento: la salmista Mirlen Ramos.
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