Conozco a Iona y a sus hermanas desde que éramos niños. Crecimos en el mismo vecindario. Fuimos a la misma escuela. Su madre y la mía están juntas desde los inicios de MUNA. Durante mi niñez, jamás imaginé que Iona se casaría con mi hermano. O que Hermana Iona, su madre, jugaría un papel tan relevante en mi entrenamiento del fluir corporativo en el círculo de oración aquel. O que Iona sería una verdadera hermana en los primeros avances de mi música eclesial.
Los otros grupos tenían cantores suficientes y músicos para cada instrumento. Nosotros éramos dos.
Pero Iona tenía, además de la capacidad de tocar cualquier instrumento que desee, la voz de una doncella llamando desde el otro lado del lago. ¿Y yo? Yo tocaba sólo pasablemente varios instrumentos y cantaba con un registro demasiado grave para el gusto general de la época. Pero tenía un catálogo creciente de canciones inéditas. Y picazón.
No era que menospreciara la música que sonaba en la radio evangélica. Más bien era que no lograba identificarme con ella. Pero las canciones que escribía en secreto llenaban mi corazón, y estaban a punto de rebalsar en público. Algunas de esas canciones habían nacido en el círculo de oración, con Iona haciéndole de partera.
Así que, aunque éramos pequeños e inexpertos, nos enfrentamos al desafío cual David corriendo al gigante. Iona tomó el bajo y yo el teclado. Ambos cantábamos, haciendo cánones o armonizando el uno las melodías del otro. Nuestro repertorio estaba conformado por mis canciones y algunas de las alabanzas que sonaban en nuestras casas cuando éramos niños - principalmente de la serie neo-clásica "Quiero Alabarte" de Maranatha.
Son muchos los cantautores cristianos que no se atreven a presentar sus canciones a la iglesia. El argumento suele ser que la gente no puede cantar las canciones si no las conocen. A lo que yo respondo: para cada canción que sí conocen, hubo una primera vez. No hay ninguna regla que obligue a que esa primera vez tenga que haber sido en la radio. Preséntales tú la canción.
¿Pero qué si mi canción no es suficientemente buena? Si nació de la obra del Espíritu Santo en tu corazón, es suficientemente buena para Dios. Talvez no quepa en el formato congregacional, pero eso no significa que sea mala en sí. Además, la manera de mejorar en tu arte es practicar más y más.
¿Pero qué si mi canción no les gusta? Sólo hay una manera de saberlo. Además, si tu canción es nacida del Espíritu y tienes buenas relaciones personales con los miembros de tu congregación, lo más probable es que resonará con ellos también.
Finalmente, si el Señor y tus pastores te han confiado la tarea de dirigir al pueblo en adoración corporativa, tienes la responsabilidad de seguir las instrucciones del Espíritu Santo. Aun cuando eso signifique exponer tu fragilidad.
Así, Iona y yo rehusamos presentarnos a la batalla con una armadura que no sabíamos usar. Preferimos hacerlo con lo nuestro, por muy sencillo que fuera. Por eso bauticé nuestro dúo con el nombre de "Honda & Piedra". No pretendíamos ser una súper-banda, pero servíamos al Señor sinceramente y de todo corazón.
Excelente lectura, testimonio
ReplyDeleteTodos nos ha tocado dar el primer paso de fe, adelante!
¡Gracias por las palabras de ánimo, cielosabiertospro! No puedo creer que mi asistente virtual no me avisó que me habías escrito. Tendré que despedir a alguien.
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