Cualquier habitación puede ser un estudio de grabación, si realmente lo deseas. Con algunas cortinas y edredones, el cuarto de abajo de la casa de Rigo y Mamá se convirtió precisamente en el lugar donde mi tío Rafa instalaría su computadora, su programa Cubase, y algunos cables y micrófonos, para grabar el primer disco de Mirlen Ramos - Anunciadora de Sion. Era un tiempo emocionante. Pero extrañamente, para mí tenía un sabor agridulce.
Meses atrás - cuando yo aún andaba en el mundo - Hermana Emma me había comisionado este proyecto a mí. Me había entregado 2 casetes de 90 minutos repletos de las alabanzas inéditas de Mirlen. Tras días de escuchar la Palabra de Dios cantada por Mirlen con su guitarra, seleccioné doce cantos y programé la instrumentación con mis teclados y secuenciador. Ya estábamos ensayando al coro para iniciar grabación de voces cuando unos ladrones entraron a mi casa en San Pedro Sula. Se robaron todo mi equipo de producción, y con ello, las pistas del disco de Mirlen.
Anunciadora perseveró, pero en una versión más acústica - como seguramente debió ser desde el inicio. Entró mi tío como el nuevo productor, y tomó a Aldo como su asistente. Yo ya no estuve tan involucrado. Aparte de grabar un coro aquí y dar una idea allá, mi aporte fue casi nulo. Lo que me lleva a creer que cuando queremos darle al Señor un servicio verdaderamente santificado, primeramente tienen que ser santificados los corazones.
Providencialmente, el incidente del robo de mi equipo sirvió para que yo me volviera al Señor. Hoy, casi diecisiete años después, sigo caminando con Cristo y planeo hacerlo por toda la eternidad. Así que yo salí ganando, en realidad.
Una vez integrado a la nueva vida en Cristo, Hermana Emma me asignó a ser parte del ministerio de alabanza de MUNA. Fue el tiempo en que el Espíritu Santo me estaba enseñando a fluir en adoración, canto e instrumento; primero en privado, luego en el pequeño círculo de oración. Ahora estaba ministrando con mis hermanos en la gran congregación.
A veces tocaba teclado, a veces guitarra. Para ser más exacto, a veces tocaba sintetizadores, a veces guitarra eléctrica. Para beneficio de los que no saben de estos tecnicismos, permítanme explicar:
Tanto el piano como el sintetizador usan un teclado - las teclas blancas y negras que todos identificamos. Pero el piano es un instrumento acústico (en realidad tiene dos arpas adentro); mientras que el sintetizador es un instrumento electrónico que produce su sonido a base de impulsos eléctricos cruzando osciladores, filtros y demás. Y aunque un teclado moderno mezcla elementos de ambos, se usan técnicas diferentes según el tipo de sonido.
Entre 1988 y 1995, la compañía japonesa Korg produjo su popular teclado M1 (posteriormente remplazándolo con el 01/W). Las nuevas tecnologías suelen implementarse por efecto de cascada; de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo, del medio secular a la iglesia. Entonces, la presencia de estos teclados se hace sentir en las producciones de música cristiana en Latinoamérica para cuando en otros círculos ya han pasado de moda. Para cuando yo regresé a la iglesia en el siglo 21, el sonido de piano eléctrico del Korg era toda la furia. (Piensa Renuévame, de Marcos Witt; o No Basta, de Juan Carlos Alvarado.) Aldo se había formado como pianista, y esta ola de música le sentaba bien. Pero yo me había formado escuchando synth pop (música pop creada con sintetizadores) y rock progresivo (sobre todo aquél que usaba muchos sintetizadores).
Mi hermano, Oscar, regresó al camino del Señor poco después de mí y también se integró pronto al ministerio de alabanza. Él se había formado como guitarrista eléctrico, pero por alguna razón que hasta el día de hoy no me revela, dejó la eléctrica por una guitarra acústica. Talvez la acústica le parecía más cristiana. O quizás la eléctrica le sacaba su lado violento. O puede ser que la guitarra eléctrica aún no era plenamente aceptada en la música cristiana latinoamericana. (Al menos no con distorsión.) Fuese cual fuese la razón, el hecho es que cuando íbamos a tocar todos juntos había un mejor pianista que yo en Aldo (que prefería tocar piano), y un mejor guitarrista que yo en Oscar (que prefería tocar guitarra acústica). Además había una mejor cantante que yo en Mirlen, y ella dirigía la alabanza.
Todo esto llevaba a que yo tenía opciones. Podía tocar segundo teclado (usando sintetizadores) o segunda guitarra (usando la eléctrica) o aun hacer voces de fondo (cantando al unísono, o armonías, o contrapuntos). Yo estaba perfectamente contento con permanecer en el fondo, aportando de corazón en los espacios desocupados. Pero entonces, Hermana Emma decidió hacer tres grupos. El primero estaría compuesto por Hermana Mirlen y sus hijos. El segundo, por los jóvenes de la iglesia, dirigidos por Oscar. El tercero seríamos sólo Iona Villalobos y yo.
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