Thursday, November 9, 2017

Adoremos en Honduras (parte 4)

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Tuve un sueño hace varios años. Soñé que llegaba con mi maleta a un lugar. Era una especie de bosque, aunque no muy denso. Mi atención se dirigía hacia un gran árbol con tronco enorme y ramas extensas. De la dirección del árbol salían dos mujeres a recibirme. Las reconocí como el par de salmistas que algún tiempo atrás nos visitó para impartir en un evento de adoración en MUNA. Luego de saludarnos, las hermanas me condujeron a la parte de atrás del árbol.

Entre las raíces había una puerta, pues el árbol en sí era una casa. Pero no una casa cualquiera, sino una donde llegaban adoradores de distintas naciones. Todo tipo de artistas llegaban allí a residir por una temporada mientras creaban arte para el Señor.

Atravesando la puerta había un descanso y unas pocas gradas hacia un salón, donde uno esperaría encontrar las raíces del árbol. El piso era un entablonado de madera; el cielo era básicamente un hueco irregular. El salón era en esencia un estudio de ensayos en el interior del árbol. De las paredes alrededor colgaban toda clase de instrumentos musicales, mientras otros yacían dispersos por el salón.

Dejando mi maleta al pie de las gradas, me hice hacia el fondo, donde había un piano vertical. La luz tenue invitaba a hacer música. Sentándome en el banco, alcé la tapadera del piano, y comencé a adorar al Señor. Y perdí noción del tiempo.

Hasta que oí la puerta abrirse detrás de mí. En el umbral apareció un hombre moreno, bien vestido y con una maleta pequeña en la mano. Bajó las gradas, se quitó el sombrero y el saco, y los puso sobre una silla. Abrió la maleta y cuidadosamente sacó una trompeta dorada. Colocó la boquilla. Probó los émbolos. A todo esto, yo no había dejado de adorar. El trompetista trajo la trompeta a sus labios y aguardó, como un carro esperando un hueco para unirse al tráfico.

En un instante, el trompetista comenzó a acompañarme con su melodía. Aunque nunca antes nos habíamos visto, era como si llevásemos años tocando juntos. El fluir era libre y sin esfuerzo. Piano y trompeta simplemente encajaban perfectamente.

Éste era un lugar especial. Aunque no las vi en el sueño, sabía que había habitaciones y áreas comunales para que los adoradores vivieran durante una estación. Sé que el sueño es metafórico en muchos planos, pero siempre me complace cuando conozco a alguien que ha rendido su corazón a Cristo y que busca adorarle con todo su ser. Aún así, nada de esta tierra es eterno. Algunas personas hacen música contigo por mucho tiempo; otros, sólo una temporada.

Aún hay otros, como Leo, con los que coincidimos por una buena carrera, pero luego se apartan en busca de otros horizontes. Esta es la gente que ayer estuvo, hoy no está, pero estás convencido de que volverán. Simplemente porque sabes que vieron la hermosura de Dios en Su santuario. Contemplaron Su gloria y Su poder; experimentaron que Su misericordia es mejor que la vida. Por eso estás seguro de que regresarán a alabar al Señor con sus labios para siempre.

Por otro lado, Daritza vive con su familia, y montaron un negocio en casa. La regla de la casa es que siempre tiene que haber alguien atendiendo el negocio. Cada vez más, Daritza se ofrecía para esta tarea, para que Angie y Faddy pudieran participar libremente de sus obligaciones con Adoremos. Como resultado, Daritza estaba cada vez menos involucrada en los ensayos semanales, misiones, y demás. Lamentablemente, las circunstancias la habían orillado.

Pero hay un detalle importante: Desde un inicio, la inclusión de Daritza en Adoremos no se había debido a que tocara un instrumento magistralmente, o a que cantara con voz prodigiosa, sino a su muy particular sensibilidad profética. Un don que habita, no en el ámbito de la adoración en sí, sino en el de la intercesión. Daritza siempre fue (y sigue siendo) una de las pocas personas que me envía transcripciones de los sueños proféticos que tiene, o palabras proféticas que recibe del Señor. Y sus mensajes siempre pegan en el blanco.

Si bien no era factible que Daritza siguiera como parte del equipo de alabanza de Adoremos, la envié con Pastora Abbie para que desarrollara mejor su llamado como intercesora profética.

Musicalmente, Manuel aspiraba a más. Aunque estaba estudiando una ingeniería en la universidad, en realidad quería ganarse la vida con la música. Su sueño era musicalizar las grandes producciones cinematográficas de Hollywood.

Como un buen paso en esa dirección, Manuel había aceptado producir las más recientes obras de Talents for the Lord para Sunshine. Para una de ellas, necesitaba una guitarra electroacústica, y me pidió la mía prestada. Accedí con el recelo que cualquier guitarrista presta su guitarra, pero sabiendo que Manuel era muchísimo mejor instrumentista que yo, y que la causa era noble. Al día siguiente Manuel me estaba dando una terrible noticia. ¡Mi guitarra había sufrido un accidente, y se le había quebrado una clavija! ¿Sería esto a lo que se refería el mensaje del borracho después de Adoremos en San Pedro Sula? Sólo Dios sabe... Sea como sea, Manuel ya había comprado nuevas clavijas y había reparado la guitarra.

Estos proyectos le habían servido para desarrollar su capacidad de musicalización teatral. Además, la universidad le ofreció una beca si tocaba en la orquesta universitaria. Todo esto, sumado a que se le presentaron diversas oportunidades de trabajar en producciones seculares profesionales, lo habían llevado a ser un legítimo productor de música narrativa.

La próxima vez que tuvimos a Ballet Magnificat con nosotros, arreglé para que Manuel pasar un tiempo con Keith Thibodeaux, el director general. En mi mente pensaba: Ballet Magnificat hace ballets originales con música ajena por la cual pagan licencias. ¡Cuánto mejor les sería comisionarle su propia música a Manuel! ¡Cuánto le ayudaría a Manuel a acercarse a su sueño! Manuel y Keith se cayeron muy bien a título personal; profesionalmente, se impresionaron mucho el uno al otro. Pero a veces eso no es suficiente, y la unión no se dio.

Para entonces, Adoremos ya había avanzado en una dirección, y Manuel en otra. Aunque vivimos en el mismo barrio, perdimos contacto. En algún momento, sentí que el Señor me decía que Manuel sería el próximo Guillermo Anderson. Yo no lo sabía, pero Anderson estaba padeciendo de cáncer de tiroides, y falleció poco después. Su página en Wikipedia lo describe como "un músico polifacético hondureño, y uno de los artistas más importantes de Honduras". Un amigo que tocó con él me lo describió como un verdadero caballero y un musicazo de primera. Con el respeto que la memoria de Anderson merezca, no dudo que Manuel llegará a merecer los mismos apelativos.

El universo de la música es vasto y variado, y en el pasado exploré algunos de sus parajes. Pero al encontrarme con Cristo, me consagré a Él y le cerré la puerta a todo aquello que no le glorifique. No todos lo entienden. Ni siquiera es una restricción compartida por todos los cristianos. Pero cuando consideras al judío que no come cerdo, o al cura católico que hace voto de castidad, comprendes que aquellos que deseamos servir al Señor exclusivamente, comúnmente nos privamos de los placeres de este mundo, según nos dicta nuestra consciencia.

Aun así, considero que talvez alguno del equipo de Adoremos podría sentir el llamado a servir al Señor con una carrera profesional como salmista; metiendo su música en la radio y cantando en iglesias, eventos y conciertos cristianos. Es un ministerio muy particular; distinto a lo que hacemos actualmente. No tengo experiencia en él, pero estaría dispuesto a ayudar hasta donde pudiera. Más de una vez le pregunté a los chicos si alguno sentía ese llamado, pero ninguno respondió afirmativamente.

Entendí que los que quedábamos estábamos contentos con seguir enfocándonos en adorar al Señor primero, y en nuestra destreza musical después.

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En diciembre del 2015 presentamos Montes. Las catorce canciones giran en torno a la noción de ascender al monte de Dios. Incorporamos la noción de un guión para las coreografías en sí, de manera que la obra musical contara la historia de la elección de Israel, su caída y su restablecimiento como cabeza de naciones.

Tomando nota del proyecto anterior, queríamos asegurarnos que los videos no entraran en conflicto con las danzas en vivo. La solución fue producir videos de los solistas antes de la presentación. Con tomas de diferentes ángulos y en locaciones especiales, los video mostraban las coreografías completas de los solistas en el mismo vestuario de la presentación.

Pero no anticipamos tantos dolores de parto. Luchamos con la temporada lluviosa. Con que algunas coreografías aún no estaban listas. Con que el vestuario no estaba terminado. Con que no había carro para llevar al equipo de grabación al sitio. Con que se puso el sol y no tenemos luces. Con que no sabemos a quién pedirle permiso para grabar aquí o allá. Mas con todo y todo, los videos quedaron preciosos.

Para Montes queríamos un sonido más orquestal. No sólo incluimos arreglos orquestales en la producción del CD, sino que abrimos clases de violín en la Escuela de Artes. Esto significó iniciar un aprendizaje sobre cómo hacer arreglos orquestales y transcribirlos para los estudiantes. Tanto productores como estudiantes éramos novatos, así que mantuvimos sencillos los arreglos.

Humildemente, estábamos comenzando nuestra orquesta. Además de tener a Arlette como maestra, nos apoyaba mi cuñado, Joel Alfaro, violinista graduado de la EMVL. También Ela Fonseca nos acompañaría en el clarinete. Por su parte, Martín pasó al cello para la presentación en vivo, y Eduardo Hidalgo tomó su lugar en el bajo. En vista de que nuestros requerimientos de sonido iban en aumento, Obed Berríos vendría desde Tegucigalpa para echarnos una mano. Este formato funcionaría por varios proyectos más.

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Temprano del año 2016, me reuní con los chicos, como todos los sábados. Les contaba lo que el Señor me había estado hablado. (Ya de por sí, esto parece la repetición de una historia previa.) El Señor quería que ese año levantáramos altares simultáneos en los 298 municipios de Honduras.

(No había respuesta. Ni sorpresa, ni histeria.)

Cuando visitamos las 18 cabeceras, lo hicimos en tres años. Cuando alcanzamos las 18 segundas ciudades en menos de un año, había sido una locura. El simple hecho de obtener 36 permisos municipales había sido una tortura. ¡Tortura, digo!

Pero cuando el Señor me habló de los 298 municipios, conocía mi alergia a los trámites gubernamentales, así que también me había enviado a hablar con la hermana Vicky. Ella trabaja para el estado, y me explicó que Honduras tiene gobernadores departamentales - una persona por cada departamento que talvez podría autorizarnos los parques de todos sus municipios de un sólo golpe. Eso me había tranquilizado considerablemente.

(Aún no respondían. Seguían sin registrarlo todavía. Creo que secretamente estaban esperando que los sorprendiera con: ¡Son bromas! ¡Miren sus caras en el video de esta cámara oculta!)

Los altares simultáneos serían el viernes 23 de septiembre a las 7 de la noche, en parque central de cada ciudad.

(Comenzaron a mostrarse preocupados. Al fin sabía que estaban captándolo.)

Idealmente, nuestros anfitriones del año anterior levantarían por su propia cuenta el altar de su ciudad. Los más avisados podrían tomar todo su departamento. Necesitaríamos el apoyo de todos los ministros de MUNA y sus congregaciones para que, de ser posible, tomaran departamentos completos. Y tendríamos que enviar muchos equipos conformados por ovejas de IPV.

(Ahora sí estaban afligidos. Pero era demasiado tarde. Ya estaban en el barco, y el barco ya había zarpado.)

(¡Ahora sí! ¡Ésto es un vil copy/paste del episodio anterior!)

Tendríamos misioneros de todo calibre y antigüedad, y estarían visitando pastores y líderes de todo tipo de trasfondo. Necesitaría revisar otra vez el manual de Adoremos y las enseñanzas de los tabernáculos. Tendría que depurarlo a un nivel más básico y claro. Pero además, necesitaríamos una plataforma más versátil para difundir el material y que fuese un verdadero apoyo.

El resultado fue el Entrenamiento para Edificadores de Altares, y lo hicimos disponible como una serie de videos en YouTube (goo.gl/Vb9pmy), como folleto impreso, y como PDF descargable desde nuestra página web (adoremos.net).

Una vez más, la oficina de IPV adoptó el rol de agencia misionera mientras los equipos viajaban a los municipios, reuniéndose con pastores y alcaldes. Algunos simplemente llevaban una computadora y un proyector, y dejaban que los videos hablaran por sí solos.

Una vez más, los chicos de Adoremos eran parte integral de todo, y a la vez cumplíamos con los compromisos habituales y en nuestro próximo CD.

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En junio del 2016 presentamos Cielos. Consistía en 14 canciones con diferentes tintes de música afroamericana, y el tema predominante era la gloria del Señor y su efecto en el hombre. La obra musical trataba de un hombre harapiento, interpretado por Róger, que encuentra salvación en Cristo. Logra vencer sus primeras batallas con la ayuda del Señor, pero luego se vuelve confiado y cae. Pero la gracia redentora del Señor lo alcanza una vez más.

Le dimos mayor énfasis a la parte teatral. El resultado fue una linda obra hecha más hermosa aún porque muchos miembros de IPV participaron como actores, en utilería, y como miembros del coro.

Con lo difícil que habían resultado los videos del proyecto anterior, esta vez optamos por videos más sencillos - básicamente fondos alusivos a la historia, con las letras de la canción. Este sería el esquema básico a usar en varios proyectos futuros, y nos llevaría a conformar un equipo de jóvenes productores y editores de video. Entre ellos estarían Josseline Fonseca, Francis Corea, Joshua Reyes, Héctor Paredes, Astrid Aguilera, Bryan Núñez y Débora Aguilera. De vez en cuando metíamos la cuchara los del equipo de alabanza o los del departamento de Comunicaciones de MUNA, pero el trabajo mayor lo hicieron los chicos.

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