Wednesday, October 4, 2017

18 ALTARES (parte 10)

La Paz, La Paz
21-22/02/14
Los preparativos para Adoremos en La Paz fueron más difíciles que otros eventos. Principalmente porque, con las limitaciones de transporte, hospedaje y permisos, tuve que dejar atrás a hermanos que desearía haber llevado a la misión. Cuando no se puede traer a todo mundo, hay que elegir; y nunca es fácil elegir entre una persona y otra. Como uno no quiere herir a nadie, se vuelve uno tremendamente consciente de cómo se sentirá la persona que se queda.

Cuando Jesús eligió a 12 como sus apóstoles, estaba efectivamente haciendo a un lado a todos los demás. Seguramente hubo alguien resentido porque no lo habían elegido. Alguien debe haberse sentido menospreciado. Pero no se trata de eso – de cómo me siento yo, cómo se sintieron los 12, o cómo se sintieron los que no fueron elegidos. Se trata del deseo del Padre. ¿Acaso menosprecia el Padre a alguno? ¡De ninguna manera! (Antes bien, él es el único que nos da nuestro verdadero valor.) Pero el Padre sí es intencional en lo que hace, y sus asignaciones están cargadas de propósito.

Aquellos 12 discípulos tenían la mezcla perfecta de virtudes y defectos necesaria para lograr el propósito divino. Tú eres mil veces más leal que Judas. Pero si Jesús te hubiese elegido a ti en vez de Judas, habrías echado a perder el plan de Dios para salvar a toda la humanidad. Porque, siendo fiel como eres, jamás habrías traicionado a Jesús.

Así que oré y pedí la dirección del Padre hasta que tuve claridad de quiénes debían ir. Y anunciárselo a los que se quedaban fue muy difícil.

Nuestros anfitriones en La Paz fueron la hermana Lupe y la Iglesia Cristiana Misionera Interdenominacional. Tiempo atrás, la hermana Lupe y su equipo de intercesores proféticos (mejor conocido como "los Pacheco") acompañaron a hermano Rigo y hermana Emma en múltiples asignaciones divinas. Cuando llegamos, hermana Lupe y los ancianos de la iglesia nos estaban esperando para orar por nosotros. Por absurdo que parezca, fue la primera vez que eso nos pasaba - que estuvieran esperándonos para orar. Debería ser lo más normal, ¿no? Que los hermanos oremos juntos. Que oremos los unos por los otros.

Esa noche nos reunimos a adorar al Señor en el parque. Al principio la gente estaba un poco dispersa, como esperando a ver de qué se trataba el asunto. Una vez que comenzamos a adorar, se acercaron lentamente. Entonces comenzamos a cantar un antiguo canto de Los Pacheco:
     Gloria, gloria
     No hay otra gloria igual
     No existe para mí
     Gloria, gloria
     La gloria de hacer Su voluntad
¡Con eso se emocionaron! Supongo que nunca pensaron que alguien más estaría alabando al Señor con sus canciones, veinticinco años más tarde.

Trajimos nuevas canciones de La Paz, aunque no necesariamente seguimos el esquema de talleres que normalmente implementamos. Fue durante un tiempo de adoración colectiva que surgió No Se Turbe, una palabra de aliento del Señor para los ministros locales basada en Habacuc 2. Y al son de un coro espontáneo, Reina Sobre Mí surgió como una danza profética de Ricardo Calderini, más que como una canción en sí. También Qué Bueno Es Eres Mi Todo se concibieron en La Paz. Pero todas estas canciones vinieron a La Lima como en una incubadora. Requirieron trabajo adicional en casa para tomar la forma de canciones completas.

Yuscarán, El Paraíso
14-16/04/14
El Espíritu Santo me mostró que, espiritualmente, Yuscarán es como Jezreel - una tierra fértil que Dios sembró, donde los hijos honran la herencia de sus padres pero que fue capturada por un malvado Acab, su esposa bruja, y el culto a los baales. Al igual que a Jezreel, Dios se ha propuesto rescatar a Yuscarán y restaurarla para Su gloria. ¿Pero cómo lo hará?

Para entenderlo a plenitud hay que estudiar los libros de los Reyes y Oseas. Allí encontramos que el rey Acab codició e intentó comprar la viña que un hombre llamado Nabot tenía en el valle de Jezreel. Como Nabot no quiso vender la heredad de sus padres, la reina Jezabel usó de artimañas políticas para hacerse de la viña y asesinar a Nabot en plena calle. El profeta Elías los denunció y anunció la muerte de la pareja real. Era tiempo de sequía cuando Elías restauró el altar a Jehová en el monte Carmelo, desenmascarando a los profetas del falso dios Baal en el proceso. Elías proclamó el fin de la sequía y trajo la lluvia. Posteriormente, Acab murió en batalla y Jezabel murió atropellada; y así como habían hecho a Nabot, también ellos se desangraron en la calle.

Yuscarán no tiene viñedos, pero sí la destilería que produce el "guaro" (aguardiente) más conocido de Honduras. El paisaje es semi-árido, a pesar de tener nacimientos de agua cristalina. (El agua es usada sin filtrar para, entre otras cosas, la elaboración del guaro.) Las vistas son espléndidas; capas y capas de vegas y montes cada vez más distantes. Las aves parecen volar al alcance de la mano, y uno diría que el cielo no está a más de diez metros.

El Señor nos llevó a Yuscarán a reparar el altar de adoración a Su nombre y a anunciar Su lluvia. Esa es nuestra porción, y es hermosa en gran manera. Desarrollamos los altares por la tarde en vez de la noche. Aparentemente, la iglesia católica tenía reservado el parque todas las noches de la semana. Pero el Señor hace que todas las cosas ayuden para bien. El hecho de que los altares fueran por la tarde permitió que nos acompañara la familia Bustillo - miembros de MUNA que para ese entonces vivían en Tegucigalpa. La cercanía entre las dos ciudades les permitió viajar a Yuscarán por la mañana y regresar a casa al caer la tarde.

El pastor Adonai Díaz prestó sus instalaciones para los talleres, donde escribimos tres canciones inspiradas en lo que el Señor me había mostrado: El Día de Jezreel (basada en Oseas 1), Te Derramarás (basada en Oseas 2), y Fue Tu Mano (basada en cuando Elías profetizó lluvia sobre Israel). Escribiendo El Día de Jezreel conmigo estaba Paola Aguilar, cuya familia era dueña del hotel donde nos hospedamos.

En nuestra última noche en Yuscarán, tuvimos el honor de cenar con el alcalde y su familia. Además del apoyo que nos habían brindado con permisos y contactos, nos sorprendieron cubriendo más de la mitad de nuestros gastos de hospedaje y alimentación.

El pastor Adonai nos invitó a su casa para tomar café con pan después de a cena. Yo tuve que declinar porque Abbie se había enfermado y debía quedarme a atenderla. Pero Quique y Ana Rebeca Contreras representaron al equipo y mantuvieron futuro contacto con la gente de Yuscarán.

Juticalpa, Olancho
18-19/04/14
Desde Yuscarán nos hicimos hacia Juticalpa, restando tiempo a nuestro camino gracias a la ruta alterna que me recomendó un amigo. Pero arribamos a una ciudad fantasma. El grueso de la población se había hecho a los balnearios para mitigar el calor de la temporada. Aún nuestro anfitrión, el pastor José Carlos Espinoza, tenía un retiro con los jóvenes de su iglesia y los de otra iglesia amiga. Nos encontró en la gasolinera y nos condujo hasta su iglesia. Y aunque no conocía a nadie en este extraño grupo de limeños, nos dejó las llaves de la iglesia para que entráramos y saliéramos como quisiéramos. Así nada más. (Claro que ayudaba el hecho de que conocía y admiraba mucho a hermana Emma.)

De todas las ciudades que visitamos con Adoremos, Juticalpa fue la más difícil. No fue por la poca asistencia a los talleres. (Todos los jóvenes de las iglesias anfitrionas andaban en el retiro. Pero desde antes de salir de casa ya sabíamos que eso sucedería.) Ni fue por la dieta de frijoles, mantequilla, huevo y tortillas; mañana, tarde, y noche. (Es la dieta básica de estas misiones, y ya estamos acostumbrados.) Tampoco fue porque el parque estuviese a media remodelación. (También eso lo sabíamos antes de salir de casa, y nos habíamos asegurado de que sí habría un lugar en el parque donde podríamos adorar al Señor.)

Era el sopor. La opresión. La oposición.

Cada ciudad tiene un espíritu, y Juticalpa no parecía muy feliz con nuestra llegada. No quería que interfiriéramos con sus procesiones de Semana Santa. No quería que le estropeáramos sus alfombras de aserrín. No quería que nos acercáramos al obelisco al centro del parque. No quería que oráramos con libertad o que levantáramos un altar frente al que ella ya tenía. No, Juticalpa no nos brindó su mejor bienvenida. Jesús dijo que habría ciudades así. A Él tampoco lo recibieron bien en todos lados. Bástale al siervo ser como su Señor.

El Espíritu Santo nos llevó a Juticalpa para enseñarnos algunas lecciones importantes. Entre ellas:

  • Cuando adores a Dios y el enemigo comience a hacer ruido, no le hagas caso. Sigue adorando.
  • Hay obras que Dios hace en el espíritu de una persona; hay obras que Dios hace en el espíritu de una ciudad.
  • Así como el homicidio oscurece el corazón del hombre, el derramamiento de sangre oscurece el espíritu de una ciudad.
  • La maldad no quedará sin castigo, pero Jesucristo recibió el castigo de aquellos que creemos en él. Seguimos predicando el Evangelio para que más personas crean y sean salvas.
  • Hay distintos tipos de religión, pero ninguna puede salvar.
  • En el reino de Dios, hay muchas cosas que haces por pura obediencia. El galardón será entregado en su debido tiempo.

Si hubiésemos andado buscando multitudes, Semana Santa habría sido la peor fecha para ir a Juticalpa. Pero la comisión no era ésa, sino levantar un altar de adoración en el parque. El seminario y los talleres son un valor agregado; un medio para compartir con el Cuerpo de Cristo lo que Dios nos ha dado. Al entrenamiento llegaron niños, madres solteras, y uno o dos hombres. A ellos les impartimos de lo que teníamos, y con ellos escribimos Subamos al MonteCorreremos a Ti, y Tú Guardarás.

En el parque había personas que no sabían nada de la convocatoria, pero que al ver una rueda de gente orando y cantando al Señor, se nos unieron. Todas las personas que nos atendieron en la ciudad mostraron la más dulce disposición de servicio. Y, sí, el queso y la mantequilla de Olancho son tan buenos como dicen.

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