Thursday, September 28, 2017

18 ALTARES (parte 9)

Choluteca, Choluteca
12-14/12/13
Salimos de La Lima el miércoles 11 de diciembre a las 8:26 de la mañana. Un café en Siguatepeque, una llanta ponchada en Zambrano y un almuerzo capitalino más tarde, el primer equipo llegaba a Choluteca. Un segundo y un tercer grupo se agregarían los siguientes dos días.

Con mucha anticipación había deseado finalmente venir a Choluteca. Para empezar, era la tierra de mi madre y de sus antepasados. Mi abuela y mis tíos aún viven ahí. Pero había otra razón también. Algo entre el Señor y yo. Años atrás, en mis años de descarrío, había venido con mi banda de rock a tocar al festival ganadero de Choluteca. Ahora esperaba redimirme.

La tierra nos recibió con un clima agradable y fresco. (Sí, seguimos hablando de Choluteca, donde hace tanto calor que hay quienes dicen haber visto al diablo comprando granizados en el parque.) Pero Adoremos en Choluteca no llegó sin complicaciones.

Los pastores de la ciudad estaban divididos en tres bandos, pero la parte correspondiente a la asociación había decidido apoyar. Cada pastor se haría cargo de hospedar y alimentar a unos cuantos de nuestro equipo y asignaron a un pastor para coordinarlo todo. Lamentablemente, no le dieron al coordinador ni mucha información, ni mucha autoridad. Así terminamos dispersos entre casas y hoteles diversos por toda la ciudad. Y las atenciones variaban desde “¿Quiere otra carnita, mi hermano?” hasta “A mí no me han dicho nada de que ustedes iban a comer aquí”. Amy y Katlyn vinieron como parte del equipo, y a las pobres les tocó como anfitriona una esposa de pastor tan sujeta que se rehusó a pasarlas a su habitación hasta que su esposo llegara del culto. ¡Y ellas sin saber hablar español!

Era el estreno misionero de Martín y Emily. Como sorpresa de bienvenida, Martín se enfermó fuerte y repentinamente durante la madrugada. Alojados “un poquito cerca de la requinta porra” (palabras de Martín, no mías), no les quedó más remedio que prevalecer en oración. Para cuando nos reencontramos por la mañana en el lugar del seminario, ya había pasado.

La asistencia al seminario fue buena. Según recuerdo, fue la ciudad con mayor número de iglesias representadas. En los talleres escribimos Eres el Rey, Con Amor Eterno, Cantemos Alegres, Muéstranos, y Perpetuo Gozo.

El ambiente espiritual estaba revuelto. La feria patronal se resistía a terminar, y las celebraciones del solsticio de invierno ya hacían ruido. Para nuestra primera noche de altar, la municipalidad había cedido dos permisos simultáneos: el nuestro y el de un concierto en memoria del recientemente fallecido párroco local. Logré arreglar con los sonidistas del otro evento que adelantaríamos nuestro altar una hora si durante ese tiempo ellos dejaban de hacer pruebas de sonido. ¡Y qué bueno que aceptaron, porque sus gigantescos parlantes podrían haber ahogado nuestras humildes bocinas! Igual, la misa se estaba desarrollando durante la hora en mención, y aún nosotros tuvimos que guardar relativo silencio. ¡Menos mal que para adorar al Todopoderoso Dios no necesitamos ruido!

La dispersión y los desafíos nos obligaron a estar más pendientes unos de otros. Como resultado, los integrantes del equipo nos unimos más y nos conocimos mejor. Además, estábamos seguros de que fue el Señor quien pidió todo aquello. Trabajábamos arduamente con la esperanza de que Él esté complacido cuando regrese.

Nacaome, Valle
16-17/12/13
Conozco al Pastor Melvin García desde que era simplemente Melvin, un joven líder de alabanza de Ministerio Tsebaoth de Tegucigalpa. Ahora, él y su esposa Beatriz eran los pastores de Tsebaoth en Nacaome. Contactarlo había sido el primer paso cuando preparaba Adoremos en Nacaome. Después de que talvez podrían recibirnos, luego que no podrían por un compromiso con sus superiores, finalmente sí se pudo arreglar.

Al llegar a Nacaome, sentimos el corazón deseoso con el que nos estaban esperando. Ese simple detalle marca la diferencia entre sentirse libre para fluir en la obra de Dios y tener que nadar contra corriente. Los Pastores García no sólo habían movido su compromiso previo sino que habían visto nuestra llegada como una bendición digna de esperar con ayunos y oraciones. Dos hermanos de su congregación cedieron su casa por completo para alojar miembros de nuestro equipo, y los pastores dispusieron sus instalaciones para el desarrollo del seminario y talleres. Por si fuera poco, nos alimentaron, nos dieron café y nos hicieron un pastel.

Cuando los pastores apoyan nuestros entrenamientos, generalmente lo hacen enviando su gente. (Pero ellos no llegan.) Los García estuvieron siempre presentes, a pesar de que Pastor Melvin se sentía muy mal de salud. Cuando los anfitriones de un evento de adoración son en sí mismos adoradores, la diferencia se hace notar.

Los hermanos de Tsebaoth fueron los únicos que sembraron para nuestra llegada a Nacaome. Por eso fueron los grandes cosechadores. El Señor tenía su mirada puesta en un precioso ramillete de muchachitas danzarinas. El día que íbamos a componer canciones, amanecí con una inquietud divina: ¿Cómo podemos, como cantores y músicos, ayudar al pueblo del Señor a alabarle con danza? De esa pregunta nacieron tres canciones: Dios de la CreaciónHacedor de Maravillas, y Levántate, Anda - con influencias de tex-mex, ballenato, y música de danza irlandesa, respectivamente.

Los altares en el parque fueron caracterizados por júbilo, danza, y la libertad del Espíritu Santo. Además de las tres canciones nuevas, tocamos todas las canciones de danza evangélica habidas. ¡Oh, cuanto me gocé viendo al pueblo de Dios danzando en la plaza pública cuando por primera vez oyeron El Más Chusma - un canción que el Espíritu me llevó a escribir a manera de redimir el estilo de la canción de borrachera irlandesa. El coro dice:
     Jesús comió conmigo y lo llamaron glotón
     Jesús bebió conmigo y lo llamaron bebedor
     Amigo de la chusma y de todo pecador
     Si eso es ser su amigo, el más chusma soy yo

Al cerrar el altar de la última noche, el Pastor Melvin hizo señas para que nuestro equipo se acercara. Andaba bien abrigado, porque aún estaba enfermo. "Quiero decirles algo...", dijo solemnemente. Hizo una pausa, como para alcanzar a respirar mejor. "Quiero que sepan..." Otra pausa. Quería decirnos algo importante - un agradecimiento o una bendición, sin duda - pero lo traicionaban los síntomas de su cuerpo. "Pueden estar seguros... de que... ¡el más chusma SOY YO!"

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Jacobo Jiménez fue nuestro baterista durante varios años. La promesa de su residencia americana había estado colgando por tanto tiempo que no había representado una verdadera amenaza. Hasta ahora. De repente, había ya una fecha plausible para que Jacobo, su madre, y su hermanito se mudaran a Los Ángeles con su papá. Estábamos alegres por ellos - las familias deben permanecer unidas. Pero nos quedaríamos sin baterista.

Todas estas canciones que escribíamos, las tocábamos en nuestras reuniones. Aunque no las habíamos grabado aún, la gente de IPV y MUNA las conocía. Si Jacobo se iba antes de que las grabáramos, estaríamos perdiendo valiosos arreglos madurados a lo largo de múltiples ministraciones en vivo. Pero, ¿cómo grabar a Jacobo tocando batería si los proyectos de grabación de estas canciones no estaban siquiera iniciados?

La mejor solución que se nos ocurrió fue comenzar a crear versiones rudimentarias de las canciones para usarlas como guía para grabar a Jacobo. Así que Aldo me grabó cantando el mayor número de canciones posible, acompañado sólo por una guitarra o un teclado. Usando eso como guía, estuvieron por semanas en el templo de MUNA, grabando a Jacobo en la batería hasta el momento de su partida.

Wednesday, September 20, 2017

18 ALTARES (parte 8)

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La Real Academia Española define arte como la "manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros". En otras palabras, arte es el resultado de usar nuestro cuerpo para expresar lo que hay en nuestro interior; incluye la pintura, la música, la poesía, el baile, y tantas expresiones más.

En sus días universitarios, Abbie tuvo un par de temporadas como actriz del prestigioso Círculo Teatral Sampedrano. Cuando se encontró con Cristo a finales de los noventas, puso todas sus habilidades a los pies de Él. Personalmente, Abbie comenzó a crecer en la danza como un medio para adorar al Señor. A nivel colectivo, ha jugado un papel en la formación de diferentes grupos de artes escénicas – teatro, danza folklórica, danza contemporánea, ballet, o híbridos que francamente no sé cómo catalogar.

Hay muchísimas maneras de servir al Señor y a nuestro prójimo, y el arte es un medio tremendamente eficaz. Desde que el Señor me rescató en el año 2000, le he adorado con música – en directo y a través de entrenar a otros. Además de la formación espiritual que brindamos a través del seminario Adoremos, desarrollamos otro tipo de programas a lo largo de los años. En varias estaciones organizamos clases de instrumentos, pero los resultados no eran contundentes. Se necesitaba más.

Por un tiempo estuvimos haciendo campamentos de verano dirigidos a capacitar a niños y jóvenes en el uso de sus dones artísticos para adorar al Señor. Y aunque era bonito reunirnos y expresar nuestro amor por Dios con música y danza, actuación y cine, un mes al año no era suficiente como para tener un verdadero impacto. Mi espíritu quería compañías teatrales saliendo de gira para predicar el mensaje del Reino de Dios a través de obras; bailarines profetizando sobre Honduras con danzas folklóricas; pinturas ministrando luz y esperanza en los hogares y oficinas donde se cuelgan...

Necesitábamos una Escuela de Artes.

Hansi era una niña cuando mostró interés por aprender ballet. La inscribimos en una escuela en San Pedro Sula. Poco tiempo después se presentó en La Cosecha el ministerio Ballet Magnificat! (BM) de Mississippi, EEUU, y Abbie llevó a Hansi a verlo y participar de los talleres. Madre e hija quedaron impactadas por la pureza de corazón de los danzores, así como por su profesionalismo y la belleza de su presentación. De tal manera que cuando La Cosecha abrió un programa de ballet con misioneras de BM, no tardamos en cambiar a Hansi de escuela. Pero la presencia de las misioneras era una fase experimental en la cual pasaban dos semanas en San Pedro Sula y dos en Tegucigalpa, y para tristeza nuestra BM decidió clausurar la porción del norte el año siguiente y quedarse sólo con Tegucigalpa.

Abbie y Hansi se despidieron de las muchachas llevándolas a comer yogurt helado. Viendo lo tristes que regresaron, se me ocurrió que talvez nosotros podríamos ser anfitriones de las misioneras. Intenté contactar a BM a través de ellas. Pero no hubo respuesta.

Resignados, volvimos a la antigua escuela de ballet donde Hansi estuvo antes. Una semana duró. Después de haberla visto danzando para el Señor, no podíamos conformarnos con menos. ¡Teníamos que hacer algo!

Busqué otros medios; Facebook, email, página web... Nunca supe cuál de ellos tuvo éxito, pero lo cierto es que un buen día recibí respuesta de BM. Sí, estarían dispuestos a colaborar con nosotros. ¿Podríamos recibir a una compañía de 19 misioneros durante una semana de marzo del 2013? ¡Claro que sí!

Organizamos la agenda más variada posible: teatro, casa cultural, colegio, plaza pública, escuela, playa, talleres, y todo cuanto pudimos. Con marzo llegaron PJ y Hannah Beaver con sus 17 danzores. Pasamos una semana preciosa. Muchos en IPV, particularmente jóvenes, descubrieron una pasión por la danza que no conocían antes. El plan era que, de entre estos 17 danzores, BM nos enviaría dos misioneras en agosto. ¡Estábamos felices!

Cuentan que cuando el equipo de danzores volvió a casa, no dejaban de hablar de Honduras y de lo bien que la habían pasado. Algunos comenzaron a hacer sus solicitudes para participar en el programa de Alcance Internacional. Mientras tanto, nosotros nos encontramos hablando cordura a algunos de nuestros jóvenes que ya tenían hecha su maleta para mudarse a Mississippi. Paciencia, pronto tendremos nuestra propia escuela.

Extraoficialmente, nuestras misioneras estaban ya seleccionadas cuando una bailarina de la compañía profesional de BM sufrió una lesión. Una de nuestras misioneras fue promovida a tomar ese cupo. Cuando el padre de la otra supo que su hija quería venir a Honduras por un año, cerró la puerta. BM nos escribió con la mala noticia: no podrían enviarnos maestras sino hasta el 2014. Esa noche fui a la habitación de Hansi y oramos por una intervención divina. Rendimos nuestras expectativas personales a los pies del Señor y nos dispusimos a aceptar Su voluntad.

Pero el Espíritu Santo me dio testimonio de que sí abriríamos la Escuela de Artes ese año. Con departamento de danza y con maestras de BM. Puesta mi confianza en esta palabra, le escribí una osada carta al director ejecutivo de BM, Keith Thibodeaux. En ella exponía mi certidumbre y les pedía que reiniciaran la búsqueda por amor a la obra del Señor en Honduras.

Cuentan que poco tiempo después Keith se encontró en el pasillo a Katlyn Linderman, bailarina egresada de la compañía profesional de BM. "Katlyn, ¿no has pensado en ir a Honduras?", le preguntó. "No realmente", respondió Katlyn (aunque realmente estaba pensando "definitivamente no"). "¿Por qué no oras al respecto?", sugirió Keith. Katlyn oró por 3 días, y el Señor cambió el sentir de su corazón. Regresó donde Keith con un sí. Ya teníamos una maestra. Pero aún faltaba una, porque BM envía a sus misioneros de dos en dos.

Desde que Amy Parker había egresado del programa de entrenamiento de BM, había formado parte de varios ministerios de ballet y de misiones. Sólo Dios sabe qué hacía en las instalaciones de BM cuando Keith se la encontró. Conversaron por un rato sobre los últimos acontecimientos en la vida de Amy, cuando Keith preguntó, "Oye ¿qué te parecería irte por un año a Honduras?". Amy, misionera nata, respondió afirmativamente.

¡Oh, qué alegría cuando recibimos la noticia! Pronto estábamos conociendo a las chicas por Skype, y en julio viajamos a Mississippi para conocerlas, entre otras cosas. Cenamos en casa de los Beaver con los chicos que habían ido a Honduras en marzo. Conocimos en persona a Keith y su esposa Kathy, fundadores de BM. Vimos maravillosas presentaciones en vivo de las compañías profesionales de BM. Hansi participó en un taller del programa intensivo de verano, mientras Abbie, Amy y Katlyn recibieron una clase sobre administración de escuelas de danza. Fue realmente un tiempo hermoso.

MUNA nos permitió usar un comedor atrás de su casa misionera, y lo remodelamos completamente para convertirlo en estudio de danza. Demoler, construir, mover ventanas, sellar boquetes, pintar paredes; instalar piso amortiguado, carpeta de baile, equipo de sonido, aire acondicionado, barras, espejos… Finalmente alcanzamos un estudio de danza con el área deseada de 800 pies cuadrados (20' x 40').

Escuela de Artes Adoremos inició el 2 de septiembre del 2013 en Campo Dos, La Lima, con clases de canto, ballet, danza creativa, guitarra, teclado, y percusión. Los maestros eran Wendy, Aldo, Manuel, Amy y Katlyn.

Una vez en marcha, comenzamos a planificar la clausura del primer período. Amy y Katlyn querían que las estudiantes de danza creativa exploraran su lado expresivo danzando sobre una narración de Apocalipsis 22. Así que creamos una base musical y grabamos la pieza, titulándola Nueva Jerusalén. Para sus demás clases, las misioneras sugirieron usar canciones americanas contemporáneas (cristianas, por supuesto). Pero ése no ha sido nuestro estilo. Además, teníamos tantas canciones inéditas. ¡Algunas hasta habíamos comenzado a producirlas ya!

En realidad habíamos comenzado a grabar audio in situ desde las primeras visitas a las cabeceras en julio del 2012. También tomábamos video con 2 ó 3 cámaras. La intención era editar después, pero antes teníamos que preparar un estudio de grabación modesto, pero funcional para la grabación de voces. (Aunque algunas de las grabaciones in situ resultaron rescatables, a partir del 2013 habíamos optado por un sistema mucho más sencillo de capturar las sesiones. Un simple video de celular captura no sólo la canción compuesta, sino que deja constancia visual de las personas que participaron en su creación.)

Curiosamente, varias de las canciones estaban basadas en pasajes del libro de Apocalipsis. Con algo de esfuerzo, podríamos preparar un CD para la noche de la clausura del primer período de la Escuela de Artes. Sí, aún tendría yo que escribir algunas canciones y ayudarle a Aldo en la producción - y todo en tiempo récord - pero valdría la pena. ¡Sería el primer CD de Adoremos! (Se sentía como tanto tiempo desde que producimos el último CD como Honda & Piedra.)

En noviembre del 2013 llegó mi cumpleaños número 40, y la maravillosa gente de IPV me obsequió un controlador MIDI, una interfaz de grabación y una grabadora digital de campo. Con esto comencé a programar arreglos para canciones, particularmente las que prometimos para los actos de clausura del primer período de la Escuela de Artes Adoremos. Para entonces, el estudio ya estaba listo para grabar voces.

Debido al tema central de las canciones, titulé el álbum REVELACIÓN. (Apocalipsis viene del griego que significa revelación.) Años atrás, cuando produje la obra musical Génesis, y luego Éxodo, el personal de Sunshine bromeaba que mi plan era hacer todos los libros de la Biblia hasta llegar a Apocalipsis. Tal vez no andaban tan perdidos.

Supongo que también quería insinuar al hecho de que estábamos revelando a Adoremos como un colectivo de adoradores que también produce música. Era, después de todo, nuestro CD debut como Adoremos. REVELACIÓN incluía canciones compuestas por Wendy, Ana Raquel, Angie, Mirlen, Ninfa de Martínez, y por mí. Fueron escritas en Campo Dos, Cerrito Lindo, Comayagua, Trujillo, La Ceiba, Yoro, y Puerto Lempira. Y tenía sonidos generados por todo el equipo de Adoremos en nuestro estudio, en el templo, en mi casa, y en las sesiones originales de aquellos primeros viajes. Y aunque oficialmente Aldo y Mari eran miembros de Honda & Piedra, eran parte del equipo de alabanza de IPV y de esta visión y proyecto.

Nuestro anhelo era llevar al oyente a una dimensión de adoración como la que se manifiesta en el libro de Apocalipsis. Cuando mi suegra escuchó la música por primera vez, exclamó: ¡Es como estar metido en una atmósfera! Me di por satisfecho.

Mientras tanto, los maestros y estudiantes de la Escuela de Artes se prepararon para su primera presentación pública. El sábado 30 de noviembre, a las 6PM, Escuela de Artes Adoremos presentó REVELACIÓN - el libro de Apocalipsis interpretado en música, canto, y danza. ¡No hace falta decir que estábamos emocionadísimos!

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Wednesday, September 13, 2017

18 ALTARES (parte 7)

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Años atrás, en los días en que Martín andaba por las bandas, me encontré orando fuertemente por él. Sé que yo no era el único orando por él en esa temporada, pero - al menos para mí - la intercesión de ese día fue muy particular.

Llegué a las oficinas que había diseñado y construido para Corporación Rod, la empresa que fundó mi padre. Pero ahora el espacio estaba siendo alquilado por IPV San Pedro Sula, y MUNA tenía ahí semanalmente su escuela de ministerios. Yo era parte del equipo de alabanza y a veces, como hoy, llegaba más temprano para orar. No recuerdo qué exactamente habrá estado sucediendo en la vida de Martín en esos días - de hecho, no nos mirábamos mucho - pero lo cierto es que comencé a orar intensamente por él.

Mas de repente, mi oración cambió. Era como si desde la profundidad de mi espíritu, el Espíritu Santo daba palabras a mi queja - sólo que yo no estaba consciente de tener esa queja: I am just a penniless boy, and You ask me to build you an empire! (Que traducido es: ¡Soy sólo un niño sin un centavo, y Tú me pides que te edifique un imperio!)

Algún tiempo después, cuando nos encontrábamos levantando altares por todo el país, entendí mejor lo de edificarle un imperio. Y lo estábamos haciendo sin un fondo presupuestario además. Pero había quedado con la duda: ¿Habrán estado relacionadas las dos oraciones? ¿Quizás Martín sería parte de esa edificación?

Martín y Emily se casaron en agosto del 2012. Habían expresado su preferencia por servir juntos en IPV La Lima, y albergaban un deseo privado de que esa oportunidad se diese en la alabanza. Sabíamos de los dotes musicales de Martín, pero Emily era nueva en la congregación y sus talentos estaban aún por manifestarse. Aunque Emily había servido en el canto desde niña, entendía que no iba a entrar al ministerio de alabanza de primas a primera.

Comencé a incorporar a Martín en el equipo de alabanza, dándole tiempo a Emily a aclimatarse. Después de todo, el ambiente eclesial nuestro era muy distinto a aquel en el cual ella había crecido. A finales de ese año, hubo una reunión especial para la cual ocupábamos un grupo de alabanza sólo de mujeres, y Emily se ofreció a participar. Causó tan buena impresión, que la dejé como parte del equipo de los viernes.

Un domingo en que le tocaba ministrar a Adoremos, Emily llegó lista como para subir y ministrar. Al verla, sólo le dije: "Emily, subí". De un sólo brinco ya estaba arriba. Desde entonces, Martín y Emily sirven juntos como parte de Adoremos.

Dice Martín que fue entonces cuando despertó a la verdadera adoración. Dejando a un lado la teoría, comenzó a comprender el fluir espiritual en la música. Cuando Emily tuvo su primera experiencia en un altar de adoración, fue también la primera vez que adoraba junto a tanta gente. Quedó prendida de la convivencia, de la enseñanza, y de ver cómo se escribían las canciones y se les daba vida con la música. Eso fue en San Pedro Sula en el 2013.

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San Pedro Sula, Cortés
28-30/06/13
Los Pastores Remo y Rosy Bardales nos recibieron en IPV San Pedro Sula. Por tratarse de la segunda ciudad más importante de Honduras, sabíamos que tendríamos mayor concentración de gente y de talento. Así que orientamos los talleres a un nivel técnico mayor. Además, diseñamos un sistema fluido que nos permitiese involucrar a todos los participantes en su propia disciplina - canto, danza, o instrumentación. El producto final fue una serie de videos en YouTube con cinco canciones inéditas escritas, arregladas, ejecutadas y coreografiadas en los talleres: Digno Es Nuestro DiosAdoremos, En Ti, Carta a los Exiliados (El Futuro que Esperas), y Merecedor.

Las fechas de este altar coincidieron con la feria patronal de San Pedro Sula, cuando las calles de la zona viva se llenan de tarimas para conjuntos musicales y casetas para el expendio de cerveza. De alguna manera logramos que la alcaldía nos cediera el uso de una tarima grande que tendrían en el mero parque central. Pero hasta la segunda noche.

Para la primera noche levantamos el altar en las inmediaciones del Parque Benito Juárez, otro parque de significativa relevancia. IPV San Pedro Sula simplemente trasladó su culto regular a la calle, donde instalamos los instrumentos al ras de suelo y adoramos al Señor.

Para la segunda noche, teníamos la tarima lista en el parque central. Éramos tantos cantores y músicos, que la única manera de que todos participáramos era haciendo turnos rotativos. Organicé a los coristas en cuatro columnas frente a los micrófonos. Después de una canción, los del frente pasaban al fondo y todos daban un paso al frente. Y así sucesivamente, garantizando a todos la misma oportunidad. Los líderes de alabanza y los instrumentistas hacíamos algo parecido, así que mientras yo no estaba dirigiendo, me unía al coro.

Mientras tanto, en la plaza, los asistente cantaban, danzaban, y flameaban sus banderas. Entre ellos apareció un hombre bien embriagado. Su cabello, su piel y sus ropas cubiertos de la mugre de años de vivir en la calle. Nadie le dijo qué hacer. En medio del gentío, se puso de rodillas, manos extendidas al cielo.

Cuando terminó el altar, bajando las gradas de la tarima, el borracho me interceptó. Olía a guaro y a sudor curtido, pero comenzó a hablarme con tal autoridad que yo supe que Dios estaba hablándome a través de él. Me habló mucho sobre cuánto Dios quería usarme. Y luego me dijo que nunca prestara mi guitarra. ¿Quién puede entender ese misterio?

Puerto Lempira, Gracias a Dios
9-11/07/13
"A La Moskitia", me aconsejó el hermano Carlos Meléndez, "sólo lleve varones, porque es un viaje muy incómodo". Años de viajar ahí como comerciante respaldaban sus sugerencias. "Lo mejor es manejar hasta La Ceiba y pasar ahí la noche para tomar la avioneta temprano la mañana siguiente. En Puerto Lempira hay dos proveedores de electricidad, pero cortan el servicio cuando quieren y sin aviso. Le recomiendo que se hospede en Hotel El Sol, porque ellos tienen peque a las dos compañías eléctricas; así que a veces tienen de una, a veces de otra, aunque a veces de ninguna. Puede uno acostarse con aire acondicionado, y a las dos de la mañana se está despertando empapado de sudor."

"Ya le entregué su carta al Pastor Juan Carlos Galindo, que es el presidente de la asociación de pastores. Le expliqué la visión, y él está muy anuente. Además, la comida allá puede ser un problema, pero ya hablé con la hermana Yesenia y ella les va a colaborar. Por eso no se preocupe."

Con el camino preparado por hermano Carlos, sólo restaba elegir bien a mis acompañantes. No sólo debían ser varones, sino también aventureros dispuestos. Pero sobre todo, debían estar bien establecidos en Cristo, ser llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, ser santos e irreprensibles... (Si seguía con la lista, no iría nadie.) Aldo tenía la disposición y era multifacético, sólo necesitaba resolver su pasaje y estaba a bordo. Enrique "Quique" Contreras había apoyado mucho con los altares y estaba listo y dispuesto. El último integrante fue Manuel, quien había regresado al redil y había participado en los últimos altares tras ser reinjertado.

Estaba yo claro en que esta misión sería un entrenamiento espiritual para los cuatro del equipo. Tendríamos sólo tres días en La Moskitia para edificar un altar con el cuerpo de Cristo local, así que debíamos ser sabios. Primero me aseguré de tener un buen respaldo de oración en casa. Luego, todos en el equipo nos comprometimos a estar espiritualmente alerta y a compartirnos todo lo que percibiéramos en el espíritu.

Salimos de La Lima un lunes en el carro de Quique. En La Ceiba aprovechamos a grabar a Mauricio Flores, un trompetista que conocimos en el evento de Adoremos en La Ceiba, para dos canciones que estábamos produciendo. Después de cenar en Pizza Hut, nos fuimos a dormir. El ministerio que había prestado sus instalaciones para alojar al equipo durante nuestra visita previa a La Ceiba nos alojó esta vez también. Y nos permitieron dejar ahí el carro durante nuestra misión a Puerto Lempira.

Temprano la mañana siguiente nos hicimos al aeropuerto. En el mostrador compramos los boletos - unas cartulinas impresas con el logo de la aerolínea, plastificadas para su conveniente reuso. A través del ventanal, el avión se miraba responsable. ¡Mucho mejor de lo que esperaba! Es decir, hasta que entendí que estaba viendo el avión con destino a Roatán, y que el nuestro era el avioncito de juguete de más atrás.

Con todo, el avioncito se comportó responsablemente y nos llevó sanos y salvos a la pista de barro rojo de Puerto Lempira. En el mismo campo nos esperaba una pequeña caseta de madera (donde compraríamos el boleto de regreso, asumiendo que el vuelo no se cancelara por falta de pasajeros) y el estacionamiento donde llegaron a recogernos.

A pesar de todo lo que nos habían contado, realmente no imaginábamos el contraste cultural entre La Moskitia y el resto de Honduras. ¡Nunca nos habíamos sentido tan extranjeros en nuestro propio país! Todas las calles eran de barro rojo. Había casas de madera suspendidas sobre ramas a la par de construcciones de cemento, aluminio y vidrio. En lugar de perros callejeros, aquí había zopilotes - tanto en las calles como en los patios. Todos los habitantes de Puerto Lempira que vinieron de otras ciudades parecen estar en transición, como esperando el día en que podrán irse de ese lugar. Y los miskitos, a pesar de que mezclan su idioma con el español y te llaman “vos” aunque no te conozcan, logran hacerte sentir que eres tú quien está visitando su tierra. Su cultura es muy propia, y muchas cosas simplemente no se traducen claramente al ámbito al que estoy acostumbrado.

Una vez que identificamos los principales desafíos espirituales en el lugar, iniciamos el entrenamiento a los ministros locales. No distribuí tareas en base a experiencia, sino en base a cómo mantener fortalecido al equipo. De manera que Manuel entrenó a los músicos, Quique activó a las danzoras, Aldo formó a los cantores, yo enseñé. Todos dirigimos tiempos de oración y todos colaboramos en levantar el altar al Señor por las noches.

Sé que el Señor se complació con los altares y que hubo una conmoción en los aires de La Moskitia. La última noche nos fuimos a dormir a una habitación oscura y sin electricidad. Pero el espíritu de la ciudad estaba bañado en el resplandor de la gloria del Señor.

La mañana siguiente, tomamos la avioneta de regreso a La Ceiba. Recogimos el carro de Quique, agradecimos la hospitalidad de los hermanos, y regresamos a casa. Traíamos de regreso las memorias de una gran aventura y lo que el Espíritu Santo forjó en nuestros corazones. Así como las dos canciones que escribí en la habitación del Hotel El Sol: De Sión Saldrá Su Ley y El Verbo de Dios.

Wednesday, September 6, 2017

18 ALTARES (parte 6)

Roatán, Islas de la Bahía
19-21/04/13
Manejamos hasta La Ceiba y dejamos los carros en el estacionamiento de la terminal del ferry Galaxy Wave. Era apenas la segunda vez en mi vida que visitaría la isla de Roatán, pero era la primera vez que iba por ferry. El equipo misionero no era grande, y nuestro equipaje era liviano. Los instrumentos que llevábamos eran todos acústicos, y no llevábamos ningún equipo de amplificación de sonido.

Abordamos con anticipación y entusiasmo. Me sentía como en una escena de El Crucero del Amor, cuando el bote zarpa y todos los pasajeros en cubierta se despiden de los parientes que quedan en el muelle. La emoción aumentaba a medida que el ferry tomaba mayor velocidad.

Hasta que llegamos a mar abierto.

La nave atacó las olas - suspendiendo la proa en el aire y cayendo con fuerza sobre las aguas. El ritmo del vaivén. El grave zumbido del motor. El sol inclemente. Las sonrisas de mis compañeros se habían tornado en labios apretados. Si estaban pasando lo mismo que yo, también estarían calculando probabilidades. ¿Me voy al servicio sanitario y arriesgo encontrarlo ocupado, o vomito por sobre la baranda y arriesgo rociar a los pasajeros de la planta baja?

Luego de más de una tortuosa hora, llegamos a Roatán. Mareados y pálidos, pero afortunadamente ninguno vomitó.

La Pastora Nelson y sus hijos nos recibieron en la terminal. Nos metieron en un busito y nos llevaron a comer pollo frito a la par del parque central de Roatán. Ahora, llamarle parque central es ser generoso. Uno, porque es más bien un pequeño jardín con bancas. Y dos, porque no está situado nada cerca del centro de la población; mucho menos de la isla. Pero para todo efecto práctico, éste era el parque, y nuestro hospedaje quedaba a un par de cuadras.

El seminario y los talleres se impartieron en las instalaciones de los Pastores Arturo e Ivis Martínez, con quienes hemos seguido teniendo relación años más tarde. Ahí escribimos Ven, Espíritu de Dios y Santo Cordero. Ellos ya tenían programada una reunión de jóvenes para cuando recibieron notificación de nuestra llegada, y no la habían podido cancelar. Pero nos extendieron una gentil invitación para que, después del altar de la segunda noche, llegáramos a compartir con los jóvenes.

La primera noche nos ubicamos en un área abierta del parque y tuvimos un lindo tiempo de adoración junto a varios fieles de las iglesias locales. Pero el día siguiente, mientras impartíamos el seminario, llegó noticia de la alcaldía: Nos estaban cancelando el altar de la segunda noche, porque era la apertura del carnaval de Roatán.

Después de meditar y orar un poco, me fui al centro como a la hora de almuerzo. En el lugar donde habíamos estado adorando la noche anterior, había ahora una tarima con techo de lona. Unos técnicos estaban instalando el equipo de sonido. Procurando ser lo más simpático posible, comencé a platicar con ellos en la esperanza de que quizás nos permitirían usar sus instalaciones esa noche. El caballero me explicó que no tenía la autoridad para decidir eso, pues habían sido contratados por la alcaldía. "Ahí solo que hable con la vice-alcaldesa", me dijo. Para la gloria de Dios, justo en ese instante pasó la vice-alcaldesa, y el caballero me la señaló.

Corrí tras ella, alcanzándola frente al restaurante de pollo frito donde habíamos almorzado el día anterior.
- Buenas tardes, señora vice-alcaldesa. Soy Elías Rodríguez y vine desde La Lima con un equipo para una actividad de adoración en el parque central. Tenemos permiso de la alcaldía, pero hoy nos informaron que nos lo quieren cancelar.
- Sí, estoy al tanto. No sé por qué le firmaron ese permiso. La verdad es que no debían haberle autorizado su actividad, porque todos los años se hace el carnaval de Roatán en esta fecha.
- Lo entiendo, señora vice-alcaldesa. Y estamos en la disposición de colaborar si tan sólo usted nos permitiera cantar tres canciones en aquella tarima de allá, usando el equipo de sonido que la alcaldía contrató.
- Ay, joven, mire... Lo que ustedes andan haciendo es algo de Dios, y el carnaval es algo que... ¡Que no combina para nada!
- Puede ser, señora vice-alcaldesa. ¿Pero no nos permitiría que oremos para que en este carnaval no haya accidentes? ¿Pedirle a Dios misericordia para que no haya violencia? ¿Que no haya muertos?
- ¡Tiene razón! ¡Venga, vamos a arreglar eso!

Y me llevó donde los sonidistas, donde la secretaria de la alcaldía, y donde el encargado de seguridad, explicándoles a todos lo que andaba haciendo, y que tenía autorización firmada, y que debían darme todo su apoyo para que esa noche, antes de iniciar el carnaval, mi equipo y yo adoráramos a Dios.

Por la noche, presintiendo en mi espíritu que no todo estaba listo, nos fuimos temprano al parque. En la calle, el ambiente de carnaval ya se hacía sentir con ventas de comidas, cerveza y achines. Cada dos o tres cuadras había una tarima o una disco móvil. En el parque, nuestros técnicos hacían retumbar la calle con sus pruebas de sonido. Además de los sonidistas, andaba el artista que se presentaría esa noche. Los saludé con un amable recordatorio de lo que la vice-alcaldesa nos había concedido. Ellos estaban al tanto, pero no significaba que les gustara la idea. En realidad, no nos querían ahí.

Los cristianos comenzaron a llegar y se ubicaron nerviosamente en las bancas cercanas. Éste era precisamente el tipo de ambiente que habían aprendido a evitar por años. Era como haberse ido a meter a la boca del león. Algunos querían irse, pero le hacían valor.

Cuando se acercaba la hora, los chicos y yo nos subimos a la tarima con disimulo. Fingiendo ingenuidad les preguntábamos a los técnicos dónde ubicarnos. Dónde conectarnos. Dónde estaban los micrófonos. Pero los tipos no colaboraban.

Poco a poco, la calle se iba poblando con los celebradores del carnaval. Los hermanos evangélicos estaban ya muy inquietos, y se acercaron para decirme que querían retirarse. En eso, capté la imagen de la vice-alcaldesa caminando apresuradamente. Salté de la tarima y logré alcanzarla para explicarle lo que sucedía. Con una furia que me lleva a creer que ya estaba harta de los caprichos de los sonidistas, regresó a darles una de las bañadas públicas más ácidas que he presenciado.

A regañadientes, los tipos apagaron su bum-bum-bum y nos dieron el sonido que necesitábamos. Para cuando finalmente iniciamos, la mayoría de los cristianos se habían retirado. Levantamos el altar con un puñado de valientes y un par de borrachos de la calle. Cantamos las tres canciones que el Señor había puesto en mi corazón, dimos las gracias a los técnicos y nos marchamos a compartir con los jóvenes en el templo.

Y esa fue la vez que abrimos el carnaval de Roatán.

La Ceiba, Atlántida
31/05/03 - 2/06/13
Cuando regresamos a La Ceiba, la asociación de pastores estaba más involucrada. Al menos en cuanto a hospedarnos y alimentarnos. Por muy buena que es la intención, no mucho me gusta cuando me hospedan en un lugar de mejor categoría que el de el equipo. Pero Jesús dijo que nos quedemos donde nos hospeden y que nos comamos lo que nos sirvan, y no dijo que tenía que gustarnos. Al equipo lo ubicaron en el alojamiento de un ministerio; a mi familia y a mí, en un hotel. Ambos lugares quedaban más o menos equidistantes del templo donde impartimos el seminario y los talleres, por la entrada a La Ceiba. Pero quedaba lejos del centro de la ciudad y del recientemente remodelado parque central.

La Ceiba tiene su propia cultura musical, fomentada en parte por su carnaval, que es uno de los más visitados del país. De La Ceiba han salido muchos cantantes y conjuntos con grupos de baile. De alguna manera, esto se refleja también en la iglesia. Muchos de los participantes de los talleres tenían algún tipo de formación ya. Las jovencitas que participaron en los talleres de danza mantenían sus núcleos eclesiásticos, bailando sus bien ensayadas rutinas con sus compañeras de siempre. Les resultaba casi imposible danzar con libertad, por el simple gozo de alabar al Señor con recién-conocidas hermanas. Después de un taller, una de ellas le expresó a Abbie: "Nosotras no iremos al altar de hoy, pastora. Tenemos una participación en un concurso de grupos de danza esta noche."

En los talleres con los cantores se daba algo parecido. Cuando todos saben, cuando todos son buenos (o, peor aún, cuando todos creen que saben y que son buenos), resulta imposible ser democrático. Alguien tiene que tener la última palabra, y algunos de los ceibeños hacían sentir que deberían ser ellos.

Durante el receso en que recopilamos las canciones, noté que Ana estaba frustrada. Traía la canción de su taller, pero no estaba satisfecha. Ella sabía que habían comenzado con algo inspirado por el Espíritu Santo, pero el profesionalismo de uno de los muchachos de su taller se había interpuesto repetidamente, de manera que habían terminado con algo completamente distinto. Técnicamente bueno, pero espiritualmente inerte.
- Tenés que preguntarte, Ana: ¿Voy a cantar esta canción en la iglesia si la dejo como está?
- No.
- ¿La cantarías si fuese como era inicialmente?
- Sí, pero no quiero lastimar al hermano.
- Bueno, pero sos vos quien está impartiendo el taller. Además, ¿crees que verás a este hermano alguna vez más en tu vida?
- No. Pero necesito ayuda para terminarla.

Siempre disfruto colaborar en las composiciones de mis hermanos. Y cuando ellos ya tienen prácticamente todo hecho pero necesitan mi ayuda con el último toque, es como ser contratado a la hora undécima y recibir el mismo pago que aquellos que trabajaron todo el día. Fue así como escribimos Mi Refugio. También escribimos ahí Engrandeced a Jehová ConmigoEspíritu SantoClamé a Jehová, y Bendita la Nación. Con dos prolíficas visitas a La Ceiba, creo que es la ciudad donde más hemos compuesto, después de La Lima.

Tuvimos dos noches de altar en el parque central. La primera fue marcada por ser la única vez que el Señor me indicó tomar una ofrenda, y era para ser repartida entre dos viudas que estaban presentes. Al terminar, mientras guardábamos el equipo de sonido, unos pastores se acercaron para saludarme y ofrecerme sus palabras de ánimo. Qué lástima que no hayan apoyado más pastores. Pero no se sienta mal de que no haya venido mucha gente. El Señor está agradado con lo que ustedes están haciendo. (Gracias, pero no me siento mal.)

Para la segunda noche, la asociación de pastores nos pidió si podían usar nuestro equipo de sonido, ya que esa tarde tenían un desfile que culminaría con actos públicos en el parque. Ellos nos permitirían usar la tarima que dejarían instalada. Y si modificábamos nuestro programa, hasta podríamos comenzar el altar justo después de los actos de la asociación, para tener mucha más gente.

A veces me resulta muy difícil explicar que no me interesan las multitudes en sí. No me dan miedo, pero tampoco siento un deseo desmedido por tener más gente reunida escuchándome. Prestamos el equipo de sonido, incluyendo a los bendecidos hermanos que lo transportaron, instalaron y manejaron. Pero no alteré el programa como para garantizarnos un mayor público. Los que entendiesen lo significativo del altar, estarían allí. Los que no, no.

En efecto, no fuimos muchos en el altar. Pero estaba Jonatan Linares, un joven adorador y cantautor que participó en el seminario y taller, y con quien mantenemos relación hasta hoy.

Personalmente siento que la tarima separa a la gente en nosotros ustedes, y eso es contraproducente a un altar de pocas personas. De cierto número en adelante, la tarima se vuelve un mal necesario. Nosotros terminamos usando la tarima para la segunda noche; no porque hubiese tanta gente como para necesitarla, sino porque nuestro equipo de sonido ya estaba instalado ahí.

En gratitud y sencillez de corazón, adoramos al Señor con salmos, himnos, y con los nuevos cánticos que acabábamos de escribir. Y luego Angie me pidió prestada mi guitarra, y me reventó una cuerda. Ni modo; esas cosas pasan. Era mayor el gozo de saber que habíamos regresado a cumplir una deuda pendiente: el altar de adoración en el parque central de La Ceiba.

La mañana siguiente, bajé al vestíbulo del hotel a firmar el egreso. Un televisor mostraba el concierto de un conocido artista cristiano, en un estadio lleno con miles y miles de personas que cantaban sus canciones al unísono. En eso, sentí al Espíritu Santo preguntándome: ¿Quisieras eso? Era como si Dios me estaba ofreciendo complacerme con un ministerio musical a nivel internacional - si lo quería.

Un artista de ese calibre está en el ojo público constantemente. Han aceptado que esa es parte de su vida, y unos verdaderamente lo disfrutan. Hay quienes se sienten perfectamente cómodos desnudando su alma delante de miles de extraños. Algunos aprovechan al máximo la plataforma que les ha sido dada, y desde allí forjan un mundo mejor. Es como si hubieran nacido para eso. Pero para el resto, la fama podría ser más bien una pesadilla.

Pensé en Abbie y los niños, haciendo maletas en la habitación del hotel. En el equipo de Adoremos con el que estábamos recorriendo Honduras, nuestro pequeño país menospreciado por el mundo y conocido por todas las razones equivocadas. Pensé en la vida reposada que llevamos en La Lima, con nuestros hermanos de IPV. ¡Cuán valiosas me son todas estas cosas a las que debe renunciar un artista famoso!

No, Señor. No creo que me hayas creado para las demandas de la fama. Disfruto demasiado de mi anonimato. Si me lo pides, sabes que te lo daré; pero si es mi elección, la respuesta es no, gracias.