Mari era una muchacha madura. La mayor parte del tiempo, había llevado una vida tranquila en un ambiente de iglesia. Aportaba mucho a la causa pública sin hacer mucas olas respecto a su vida privada. Tenía comunión personal con el Señor, oraba por sí sola, conocía las Escrituras, y servía fielmente. Mari era estable. Confiable. Como un buen motor que requiere muy poco mantenimiento.
Pero poco a poco, mientras nadie se daba cuenta, comenzó a hacerse muchas preguntas acerca de la vida cristiana que estaba llevando y el futuro que le esperaba. Vio los ciclos de las actividades de iglesia - semana a semana, año a año - y empezaron a parecerle rutinarias. Se infiltró el aburrimiento, y ya no disfrutaba el servicio en la alabanza de la iglesia. El aburrimiento se volvió hastío, y su fe comenzó a flaquear.
Para cuando volteé a ver, Mari era como aquella persona que, en medio de un grupo que se está ahogando, espera a que sean rescatados primero los que gritan ¡Auxilio!, aunque ella misma ya está tragando agua, a punto de perder el conocimiento.
No siempre es fácil sentarse a hablar con alguien como Mari. Simplemente porque tiene tantas virtudes, que no esperas encontrar fallas. Es más, no quisieras encontrarlas. Pero Mari me expuso todas sus quejas. Todas sus preguntas. Todo el desánimo. Sus ganas de no seguir. Francamente, era feo. La situación en la que estaba era fea. No se trataba de un bebé llorando porque tiene sucio el pañal. Era una verdadera sierva de Dios, teniendo una verdadera crisis de fe. Para cada una de mis respuestas, ella ya tenía diez argumentos para refutarla. Parecía claro que Mari no quería resolver su situación; sólo quería darse por vencida. La escuché tan hastiada, tan convencida, que temí por su alma.
Cuando ya no encontraba qué más hacer, pregunté: "¿Quieres buscar a Dios para salir de esa condición?". Mari, demasiado honesta como para simplemente decir lo que sabía que yo quisiera oir, pensó por un momento. Finalmente respondió: "Quiero querer". "Eso es más que suficiente para Dios", dije.
Entendiendo la necesidad de expresión que tiene todo artista, le pedí a Mari que escribiera una canción sobre lo que estaba atravesando. El resultado fue Derramo Mi Corazón - una franca y transparente pieza sobre las luchas internas de una adoradora bregando con una crisis de fe.
Después de eso, Mari tuvo que tomar muchas decisiones. No todo fue fácil, pero el amor del Señor prevaleció.
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En cuanto Aldo se trasladó definitivamente, lo convoqué a los ensayos de Honda & Piedra y para que apoyara en el equipo de sonido de la iglesia. Unos dos meses más tarde, se trasladó otra vez y vino a trabajar en Gosén, la cafetería de MUNA. Gina, siendo maestra, vendría también a trabajar para Sunshine, y el movimiento sería muy beneficioso para la educación de sus tres hijos.
De la noche a la mañana, Aldo vino a trabajar por las mañanas en Gosén - como cajero, ayudante, supervisor de cocina, atendiendo proveedores y clientes, y más - y por las tardes en IPV - como músico.
Viendo que Manuel estaba cada vez más lejos de producirme el disco del Cantar de los Cantares, pensé que con Aldo sí lo lograría. Ése era el disco que yo quería hacer. Pero había otro disco que necesitaba hacerse antes.
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El capítulo 21 del primer libro de las crónicas de los reyes nos cuenta que "Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciera un censo de Israel". Esto era serio porque los dirigentes de Israel sólo debían censar al pueblo por orden del Señor. De hacerlo por iniciativa propia, el rey se vería tentado a adjudicar su éxito a los números, particularmente al tamaño de su ejército, en vez de al Señor mismo.
El censo provocó la ira del Señor, quien hirió a Israel. A David le pesó en su corazón y reconoció su grave pecado ante el Señor. Gad, vidente del rey David, vino de parte de Dios, diciendo: “Tres cosas te propongo; escoge para ti una de ellas, y yo te la haré: tres años de hambre; o ser derrotado durante tres meses ante tus adversarios y que la espada de tus enemigos te alcance; o tres días la espada del Señor".
David, muy angustiado, respondió: "Por favor, caiga yo en mano del Señor, porque grande en extremo es su misericordia. Y no caiga yo en mano de los hombres".
Vino sobre Israel una epidemia que tomó las vidas de setenta mil hombres. El ángel del Señor estaba a punto de destruir Jerusalén cuando Dios le ordenó: "¡Basta ya! ¡Detén tu mano!". Y el ángel del Señor se detuvo junto a la era de Ornán el jebuseo.
Cuando el rey David vio al ángel del Señor, suspendido entre cielo y tierra, con su espada extendida sobre Jerusalén, se postró sobre su rostro, cubierto de cilicio. David imploró a Dios, y el ángel del Señor le envió inatrucciones por medio de Gad: David debía subir a la era de Ornán y levantar un altar al Señor.
David subió inmediatamente, y cuando llegó a la era, Ornán jebuseo salió a recibirle. David le dijo:
- Dame el lugar de la era para que edifique en él un altar al Señor. Dámelo por su justo precio, a fin de que cese la epidemia en el pueblo.
- Tómalo para ti, y haga mi señor el rey lo que le parezca bien. Mira, yo doy los bueyes para el holocausto, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda vegetal. Todo lo doy.
Pero el rey David respondió a Ornán:
—No, sino que por su justo precio lo compraré; porque no tomaré para el Señor lo que es tuyo ni ofreceré un holocausto que no me cueste nada.
David compró la era de Ornán por su precio justo y levantó allí un altar al Señor. Ofreció holocaustos y sacrificios de paz, e invocó al Señor. El Señor respondió con fuego desde los cielos sobre el altar y ordenó al ángel guardar su espada.
Posteriormente, David destinaría este sitio - la era de Ornán - como el lugar para el Templo de Salomón.
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Los integrantes de mi equipo de jóvenes se encontraban en medio de diversas pruebas. Algunos estaban a punto de darse por vencidos. Pero acordamos que servir al Señor era más importante que servirnos a nosotros mismos. Que nuestra carne necesitaba ser sacrificada sobre el altar del Señor. Que no le daríamos al Señor algo que no nos costara nada.
Expresamos ese sentimiento en una compilación de canciones que grabamos y presentanos bajo el título La Era de Ornán.
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