No sé de donde me vino el deseo de comprar una marimba. Quizás fue la nostalgia de los ancianos. O talvez la noción de que tres jóvenes tecladistas podrían compartir la marimba de una manera que el teclado electrónico no permite. En cualquier caso, pronto descubrí que las marimbas no se compran en el almacen comercial del centro.
La marimba se le encarga a un artesano del pueblo de Colinas, departamento de Santa Bárbara. Se espera pacientemente a que obtenga la madera adecuada. Que la madera seque bien. Que el hombre haga la armazón. Que mida, corte, y ensamble los cajones. Que adapte los resonadores de cera con tripa de cerdo. Que haga el teclado y pase las cabuyas que lo fijarán a la armazón. Que haga los bolillos. Que haga la afinación inicial. Que mande aviso de que ya puede uno ir a traer la marimba.
Emprendimos el viaje con Abbie una mañana de sábado. Nuestro pick-up rojo hilbanaba los verdes bosques de Santa Bárbara, abrazando holgadamente las curvas de la carretera. A mis ojos de viajero no-oficial, esta es una de las rutas hondureñas más subestimadas.
Llegamos a Colinas sin novedad, ye encontramos prontamente la casa del artesano. Tras una breve demostración de la marimba, nos explicó que aflojaría las cabuyas para evitar que se reventaran en el camino. Al llegar a casa tendríamos que tensarlas y re-afinar el instrumento. Esta tarea debería hacerla alguien entendido en la materia, poco a poco. Si llegara a desvastar demasiado una tecla, la echaría a perder. Tras recibir su pago, nos ayudó a afianzar la marimba en la paila. Obsequiándonos unas tiras de tripa de cerdo de repuesto, nos despachó.
El retorno no fue tan placentero. El carro comenzó a calentar, y el mal se hizo peor por la obligación de ir despacio para proteger la marimba. Tras una cuesta cruel, tuvimos que detenernos a rellenar de agua el radiador. Seguimos lentamente hasta llegar a casa con nuestra marimba.
Mientras yo trataba de echar a andar la implementación del instrumento - consiguiendo que lo afinaran, animando a los tecladistas jóvenes, usándola en reuniones y eventos - dos cosas curiosas sucedieron.
Primero, algunos feligreses mayores sacaron a relucir que habían sido marimbistas en su juventud. Hicimos lo posible por incorporarlos, sumando además un acordeón y una caramba que el papá de Mari se aventuró a fabricarnos.
Segundo, Abbie mandó hacer unas faldas grandes, como se estila en la danza folklórica hondureña. Con esto, se gestionó para que un instructor de danza folklórica entrenara a un grupo de jóvenes de IPV, y montaron coreografías para algunas de nuestras canciones - las que más se adaptaban al estilo. Propiamente, las damas flameaban sus grandes faldas y los caballeros, pañuelo al cuello, saludaban con sus sombreros de junco. Entre una canción y otra, los chicos recitaban bombas: poesías campesinas que se gritan entre uno y otro danzor para efecto cómico.
Seguimos desarrollando el esquema folklórico, mejorando poco a poco. Hacíamos presentaciones especiales para eventos de IPV o MUNA, y aun en Sunshine. Eventualmente llamamos la atencion de los organizadores de la Confederación Iberoamricana de Comunicadores y Medios Masivos Cristianos (COICOM), y nos invitaron a presentar al grupo folklórico el año en que Honduras fue la sede de su evento internacional. Posteriormente, en el año 2017, el grupo folklórico fue uno de los equipos de danza que se presentaron en la apertura del evento multi-eclesial que MUNA organizó con el Dr. Morris Cerullo como predicador invitado. Y en el segundo semestre de ese mismo año, el grupo folklórico participó en la convención mundial de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo (FIHNEC).
Años tras año, los integrantes cambiaban. También los instructores, las canciones y las coreografías. Pero el fin ha seguido siempre igual: redimir un arte nacional para la gloria del Señor.
Sé que esa frase tiene muchas interpretaciones. Esta es la mía: Estoy convencido de que llegará un día en el cual las naciones de la tierra desfilarán delante del Rey y Señor de toda la creación. Será algo infinitamente más glorioso que la apertura de los juegos olímpicos. Más solemne que la asamblea general de las Naciones Unidas. Apocalipsis 15:4 dice: ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán. Otras escrituras bíblicas me llevan a entender que las naciones traeran sus tesoros delante del gran Rey. Las riquezas y los patrimonios de los pueblos serán puestos a sus pies.
Quiero creer que cuando le toque el turno a Honduras, presentaremos bananos y café, venados y corales, marimbas y carambas, danzas y bombas. (¡Y mucho más, por supuesto!)
Pero para que eso se dé, debe ser redimido. Agricultores y campesinos, biólogos y guias turísticos, artesanos y artistas, danzores y poetas... Todos tenemos que aprender a trabajar con con el prójimo en mente y Dios en el corazón.