Wednesday, June 28, 2017

SEMBRANDO SEMILLAS (parte 1)

No sé de donde me vino el deseo de comprar una marimba. Quizás fue la nostalgia de los ancianos. O talvez la noción de que tres jóvenes tecladistas podrían compartir la marimba de una manera que el teclado electrónico no permite. En cualquier caso, pronto descubrí que las marimbas no se compran en el almacen comercial del centro.

La marimba se le encarga a un artesano del pueblo de Colinas, departamento de Santa Bárbara. Se espera pacientemente a que obtenga la madera adecuada. Que la madera seque bien. Que el hombre haga la armazón. Que mida, corte, y ensamble los cajones. Que adapte los resonadores de cera con tripa de cerdo. Que haga el teclado y pase las cabuyas que lo fijarán a la armazón. Que haga los bolillos. Que haga la afinación inicial. Que mande aviso de que ya puede uno ir a traer la marimba.

Emprendimos el viaje con Abbie una mañana de sábado. Nuestro pick-up rojo hilbanaba los verdes bosques de Santa Bárbara, abrazando holgadamente las curvas de la carretera. A mis ojos de viajero no-oficial, esta es una de las rutas hondureñas más subestimadas.

Llegamos a Colinas sin novedad, ye encontramos prontamente la casa del artesano. Tras una breve demostración de la marimba, nos explicó que aflojaría las cabuyas para evitar que se reventaran en el camino. Al llegar a casa tendríamos que tensarlas y re-afinar el instrumento. Esta tarea debería hacerla alguien entendido en la materia, poco a poco. Si llegara a desvastar demasiado una tecla, la echaría a perder. Tras recibir su pago, nos ayudó a afianzar la marimba en la paila. Obsequiándonos unas tiras de tripa de cerdo de repuesto, nos despachó.

El retorno no fue tan placentero. El carro comenzó a calentar, y el mal se hizo peor por la obligación de ir despacio para proteger la marimba. Tras una cuesta cruel, tuvimos que detenernos a rellenar de agua el radiador. Seguimos lentamente hasta llegar a casa con nuestra marimba.

Mientras yo trataba de echar a andar la implementación del instrumento - consiguiendo que lo afinaran, animando a los tecladistas jóvenes, usándola en reuniones y eventos - dos cosas curiosas sucedieron.

Primero, algunos feligreses mayores sacaron a relucir que habían sido marimbistas en su juventud. Hicimos lo posible por incorporarlos, sumando además un acordeón y una caramba que el papá de Mari se aventuró a fabricarnos.

Segundo, Abbie mandó hacer unas faldas grandes, como se estila en la danza folklórica hondureña. Con esto, se gestionó para que un instructor de danza folklórica entrenara a un grupo de jóvenes de IPV, y montaron coreografías para algunas de nuestras canciones - las que más se adaptaban al estilo. Propiamente, las damas flameaban sus grandes faldas y los caballeros, pañuelo al cuello, saludaban con sus sombreros de junco. Entre una canción y otra, los chicos recitaban bombas: poesías campesinas que se gritan entre uno y otro danzor para efecto cómico.

Seguimos desarrollando el esquema folklórico, mejorando poco a poco. Hacíamos presentaciones especiales para eventos de IPV o MUNA, y aun en Sunshine. Eventualmente llamamos la atencion de los organizadores de la Confederación Iberoamricana de Comunicadores y Medios Masivos Cristianos (COICOM), y nos invitaron a presentar al grupo folklórico el año en que Honduras fue la sede de su evento internacional. Posteriormente, en el año 2017, el grupo folklórico fue uno de los equipos de danza que se presentaron en la apertura del evento multi-eclesial que MUNA organizó con el Dr. Morris Cerullo como predicador invitado. Y en el segundo semestre de ese mismo año, el grupo folklórico participó en la convención mundial de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo (FIHNEC).

Años tras año, los integrantes cambiaban. También los instructores, las canciones y las coreografías. Pero el fin ha seguido siempre igual: redimir un arte nacional para la gloria del Señor.

Sé que esa frase tiene muchas interpretaciones. Esta es la mía: Estoy convencido de que llegará un día en el cual las naciones de la tierra desfilarán delante del Rey y Señor de toda la creación. Será algo infinitamente más glorioso que la apertura de los juegos olímpicos. Más solemne que la asamblea general de las Naciones Unidas. Apocalipsis 15:4 dice: ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán. Otras escrituras bíblicas me llevan a entender que las naciones traeran sus tesoros delante del gran Rey. Las riquezas y los patrimonios de los pueblos serán puestos a sus pies.

Quiero creer que cuando le toque el turno a Honduras, presentaremos bananos y café, venados y corales, marimbas y carambas, danzas y bombas. (¡Y mucho más, por supuesto!)

Pero para que eso se dé, debe ser redimido. Agricultores y campesinos, biólogos y guias turísticos, artesanos y artistas, danzores y poetas... Todos tenemos que aprender a trabajar con con el prójimo en mente y Dios en el corazón.

Wednesday, June 21, 2017

EL ENTRENAMIENTO (parte 4)

Cuando hay mucho alboroto a nuestro alrededor, frecuentemente entramos en modalidad bombero - apagando incendios por doquier. Entonces sucede que atendemos los asuntos urgentes antes que los verdaderamente importantes. Es un error común. Corremos donde el bebé que está llorando por un pañal sucio antes que ir a pagar la renta.

Mari era una muchacha madura. La mayor parte del tiempo, había llevado una vida tranquila en un ambiente de iglesia. Aportaba mucho a la causa pública sin hacer mucas olas respecto a su vida privada. Tenía comunión personal con el Señor, oraba por sí sola, conocía las Escrituras, y servía fielmente. Mari era estable. Confiable. Como un buen motor que requiere muy poco mantenimiento.

Pero poco a poco, mientras nadie se daba cuenta, comenzó a hacerse muchas preguntas acerca de la vida cristiana que estaba llevando y el futuro que le esperaba. Vio los ciclos de las actividades de iglesia - semana a semana, año a año - y empezaron a parecerle rutinarias. Se infiltró el aburrimiento, y ya no disfrutaba el servicio en la alabanza de la iglesia. El aburrimiento se volvió hastío, y su fe comenzó a flaquear.

Para cuando volteé a ver, Mari era como aquella persona que, en medio de un grupo que se está ahogando, espera a que sean rescatados primero los que gritan ¡Auxilio!, aunque ella misma ya está tragando agua, a punto de perder el conocimiento.

No siempre es fácil sentarse a hablar con alguien como Mari. Simplemente porque tiene tantas virtudes, que no esperas encontrar fallas. Es más, no quisieras encontrarlas. Pero Mari me expuso todas sus quejas. Todas sus preguntas. Todo el desánimo. Sus ganas de no seguir. Francamente, era feo. La situación en la que estaba era fea. No se trataba de un bebé llorando porque tiene sucio el pañal. Era una verdadera sierva de Dios, teniendo una verdadera crisis de fe. Para cada una de mis respuestas, ella ya tenía diez argumentos para refutarla. Parecía claro que Mari no quería resolver su situación; sólo quería darse por vencida. La escuché tan hastiada, tan convencida, que temí por su alma.

Cuando ya no encontraba qué más hacer, pregunté: "¿Quieres buscar a Dios para salir de esa condición?". Mari, demasiado honesta como para simplemente decir lo que sabía que yo quisiera oir, pensó por un momento. Finalmente respondió: "Quiero querer". "Eso es más que suficiente para Dios", dije.

Entendiendo la necesidad de expresión que tiene todo artista, le pedí a Mari que escribiera una canción sobre lo que estaba atravesando. El resultado fue Derramo Mi Corazón - una franca y transparente pieza sobre las luchas internas de una adoradora bregando con una crisis de fe.

Después de eso, Mari tuvo que tomar muchas decisiones. No todo fue fácil, pero el amor del Señor prevaleció.

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De alguna manera, Aldo logró que KFC lo trasladara momentáneamente a San Pedro Sula. Lo visité en el restaurante, y esta vez lo encontré más animado. Aldo se estaba quedando en casa de su madre, Mirlen, en La Lima. Aunque su familia seguía en La Ceiba, el plan era que se vendrían al terminar el período escolar. Aldo tenía ya una oferta de trabajo como supervisor de planta en la empresa de unos hermanos de MUNA.

En cuanto Aldo se trasladó definitivamente, lo convoqué a los ensayos de Honda & Piedra y para que apoyara en el equipo de sonido de la iglesia. Unos dos meses más tarde, se trasladó otra vez y vino a trabajar en Gosén, la cafetería de MUNA. Gina, siendo maestra, vendría también a trabajar para Sunshine, y el movimiento sería muy beneficioso para la educación de sus tres hijos.

De la noche a la mañana, Aldo vino a trabajar por las mañanas en Gosén  - como cajero, ayudante, supervisor de cocina, atendiendo proveedores y clientes, y más - y por las tardes en IPV - como músico.

Viendo que Manuel estaba cada vez más lejos de producirme el disco del Cantar de los Cantares, pensé que con Aldo sí lo lograría. Ése era el disco que yo quería hacer. Pero había otro disco que necesitaba hacerse antes.

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El capítulo 21 del primer libro de las crónicas de los reyes nos cuenta que "Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciera un censo de Israel". Esto era serio porque los dirigentes de Israel sólo debían censar al pueblo por orden del Señor. De hacerlo por iniciativa propia, el rey se vería tentado a adjudicar su éxito a los números, particularmente al tamaño de su ejército, en vez de al Señor mismo.

El censo provocó la ira del Señor, quien hirió a Israel. A David le pesó en su corazón y reconoció su grave pecado ante el Señor. Gad, vidente del rey David, vino de parte de Dios, diciendo: “Tres cosas te propongo; escoge para ti una de ellas, y yo te la haré: tres años de hambre; o ser derrotado durante tres meses ante tus adversarios y que la espada de tus enemigos te alcance; o tres días la espada del Señor".

David, muy angustiado, respondió: "Por favor, caiga yo en mano del Señor, porque grande en extremo es su misericordia. Y no caiga yo en mano de los hombres".

Vino sobre Israel una epidemia que tomó las vidas de setenta mil hombres. El ángel del Señor estaba a punto de destruir Jerusalén cuando Dios le ordenó: "¡Basta ya! ¡Detén tu mano!". Y el ángel del Señor se detuvo junto a la era de Ornán el jebuseo.

Cuando el rey David vio al ángel del Señor, suspendido entre cielo y tierra, con su espada extendida sobre Jerusalén, se postró sobre su rostro, cubierto de cilicio. David imploró a Dios, y el ángel del Señor le envió inatrucciones por medio de Gad: David debía subir a la era de Ornán y levantar un altar al Señor.

David subió inmediatamente, y cuando llegó a la era, Ornán jebuseo salió a recibirle. David le dijo:
- Dame el lugar de la era para que edifique en él un altar al Señor. Dámelo por su justo precio, a fin de que cese la epidemia en el pueblo.
- Tómalo para ti, y haga mi señor el rey lo que le parezca bien. Mira, yo doy los bueyes para el holocausto, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda vegetal. Todo lo doy.
Pero el rey David respondió a Ornán:
—No, sino que por su justo precio lo compraré; porque no tomaré para el Señor lo que es tuyo ni ofreceré un holocausto que no me cueste nada.

David compró la era de Ornán por su precio justo y levantó allí un altar al Señor. Ofreció holocaustos y sacrificios de paz, e invocó al Señor. El Señor respondió con fuego desde los cielos sobre el altar y ordenó al ángel guardar su espada.

Posteriormente, David destinaría este sitio - la era de Ornán - como el lugar para el Templo de Salomón.

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Los integrantes de mi equipo de jóvenes se encontraban en medio de diversas pruebas. Algunos estaban a punto de darse por vencidos. Pero acordamos que servir al Señor era más importante que servirnos a nosotros mismos. Que nuestra carne necesitaba ser sacrificada sobre el altar del Señor. Que no le daríamos al Señor algo que no nos costara nada.

Expresamos ese sentimiento en una compilación de canciones que grabamos y presentanos bajo el título La Era de Ornán.

Thursday, June 15, 2017

EL ENTRENAMIENTO (parte 3)

Entonces, el Espíritu Santo comenzó a mostrarme algunas ciudades de Honduras. No las grandes ciudades. Más bien eran pueblos. Pero Él tenía su mirada puesta sobre ellos. Me dio instrucciones sobre algunas actividades espirituales que debían realizarse en ellos.

Quizás suena más impresionante de lo que realmente era. En realidad, el Espíritu Santo habla con nosotros todo el tiempo. (Y aún cuando no habla, su silencio dice enormidades.) Él simplemente me llevó a organizar a algunos miembros de nuestra congregación en equipos de cinco. Y a estos equipos se les dieron instrucciones de ir a determinado lugar en determinada fecha a levantar un altar de adoración en secreto.

No había publicidad. No había convocatoria. No había mayor logística. El equipo simplemente se preparaba en oración, iba al lugar a orar y adorar, y regresaba.

A veces, el Espíritu Santo nos ponía en contacto con un pastor local; a veces no. A veces alguien nos invitaba a comer; a veces no. A veces sentíamos la emoción de estar sirviendo al Dios vivo; a veces no.

No siempre entendíamos lo que estábamos haciendo, o por qué lo estábamos haciendo. Francamente, no creo que entenderlo haya sido la finalidad. Aún los altares no eran un fin en sí mismos. Eran sólo parte de un plan maestro acerca del cual el Señor sólo nos estaba mostrando una pequeña porción. ¿Demostraríamos ser dignos de su confianza?

Hicimos eso por un par de años, quizás. Y luego el Señor nos movió a algo distinto. Siempre relacionado, pero distinto: cultos públicos.

Durante ciertas fechas, llevamos la iglesia a las calles. Literalmente, si entendemos que la iglesia no es el edificio, sino la gente. Definíamos la fecha y el lugar - un parque, una bocacalle, una cancha - y solicitábamos los respectivos permisos. Se preparaban los diferentes tipos de servidores - alabanza, ujieres, evangelismo, ministración, logística - así como el predicador designado.

En la fecha señalada, IPV no se congregaba en el templo, sino en la calle. Adorábamos al Señor con música y danza. Se predicaba el Evangelio del Reino de Dios. Se oraba por las necesidades de las personas. Y para aquellos que estaban listos para rendirle sus vidas a Cristo, había una piscina detrás del escenario donde los bautizábamos de inmediato.

En cada culto público, vimos cómo Dios se movió; transformando corazones y bendiciendo a muchos más.

Para este tiempo comenzó a brillar Nelson.

*   *   *   *   *

Había llegado a MUNA desde muy pequeño, con sus papás y sus hermanas - Wendy y Josseline. Estudiaba en Sunshine. Había querido aprender a tocar batería, pero fue más fácil conseguir una guitarra. Dispuesto a formarse como guitarrista, recibió unas pocas clases con Manuel. Tenía talento; eso no era problema. El problema era otro.

Nelson le huía a estar frente a un público. El simple hecho de hablar ante un puñado gente lo ponía nervioso. El corazón se aceleraba. La respiración aumentaba. Incrementaba la presión por aparentar que todo estaba bien. El nerviosismo mismo le hacía más difícil hablar con claridad, lo cual lo volvía más consciente de que estaba delante de una audiencia, y eso lo ponía más nervioso aún.

Para una reunión de viernes simplemente le dije que ese día tocaría la guitarra acústica durante el tiempo de alabanza. Desde entonces es parte del equipo.

Pero su amistad con Jacobo fue algo especial. Los dos eran igual de introvertidos, y se entendían a cabalidad. Pasaban mucho tiempo juntos. Creo que hasta la fecha nadie realmente ha presenciado una verdadera conversación entre ellos - tan reservados son ambos. Sin embargo, nadie podrá dudar de la pureza de su amistad.

*   *   *   *   *

Manuel comenzaba a inquietarse. Había avanzado tanto en su destreza musical y en su pericia como productor, que los proyectos de Honda & Piedra ya no eran un desafío. Le comisioné un disco mayormente acústico basado en el libro del Cantar de los cantares de Salomón. Su primer tarea tendría que ser sentarse a grabar demos de las muchas canciones que hermana Mirlen ya tenía basadas en dicho libro. Pero Manuel no lograba juntar el ánimo para iniciar.

Pensé que talvez podría ser falta de inspiración. Así que cuando el pastor garífuna Timoteo Norales vino pidiéndome si yo podía producirle un disco a su grupo de alabanza, se lo cedí a Manuel. Hablaron entre ellos y acordaron que Manuel viajaría a la costa para grabarlos durante algunos días. Una vez de regreso en casa, terminaría la producción.

Antes de que saliera, Pastora Abbie le dio una ofrenda para su viaje. Yo no sabía esto cuando Manuel llegó a despedirse y me hizo algunas preguntas extrañas sobre diezmos, primicias y ofrendas. Tristemente, cuando iba en el bus rumbo a la costa, le robaron el dinero.

Jacobo fue con él, y ambos eran conocidos por sólo comer la comida de sus madres. ¿Cómo sobrevivieron en la tierra del machuca, del pescado y del jiyú? No tengo la menor idea. Pero ni la dieta, ni el robo, ni las irregularidades de la electricidad, ni los mosquitos, pudieron sofocar su deleite entre los garífunas. Sin duda, Manuel regresó emocionado y conectado con la cultura garífuna. Rápidamente se puso a trabajar en el disco para ellos.

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Hermana Emma sabía de mi intención de hacer un disco basado en el Cantar de los Cantares, pero miraba que no había avance. Nunca dada a quedarse de brazos cruzados a ver el tiempo pasar, le encargó al departamento de Comunicaciones que nos grabaran durante reuniones, ensayos y demás. Produjo así el único disco extraoficial de Honda & Piedra: Cantares.

Thursday, June 8, 2017

EL ENTRENAMIENTO (parte 2)

Entre otras cosas, ese primer seminario sirvió para mostrarme que no sólo los ministros de alabanza necesitan ser entrenados en adoración. En la simpática película animada Ratatouille, una rata es inspirada a convertirse en cocinero por las palabras del célebre Chef Gusteau: "Cualquiera puede cocinar". Pues yo creo que cualquiera puede adorar. Y no sólo eso, sino que todos debemos adorar.

Pero hay que nadar contracorriente para lograrlo.

Si el sistema de este mundo pudiera salirse con la suya, sólo unos pocos privilegiados podrían adorar. Fabricando una escasez así, las masas no tendrían otra opción que aceptar todo lo que viniera de boca de los iluminados. ¿Alguien dijo Santa Inquisición?

Aunque estaba formando jóvenes ministros de alabanza, entendí que era necesario formar nuevos adoradores en mi iglesia local. Me refiero a que, aunque no todos en la congregación tengamos aptitud para el canto o la música, todos tenemos la posibilidad de ser adoradores. Pero necesitamos ser enseñados. Poco después del primer seminario Adoremos, lo impartimos nuevamente para IPV.

Poco tiempo después, el Pastor Edy Bonilla nos pidió que fuéramos a impartir Adoremos a su congregación en Yorito, Yoro. Marcaría la primera vez que saldría a impartir el seminario fuera de nuestro templo. Pero los adultos de Honda & Piedra ya estaban ocupados en otros menesteres, así que la mayor parte de mi equipo ministerial para la misión serían los chicos. Y me encontré con un dilema.

Una cosa es haber crecido en una iglesia profética - hablando en lenguas y viendo la operación de los dones del Espíritu Santo. Otra cosa es saber ministrar el bautismo en el Espíritu Santo. Los chicos tendrían que ministrar el don del Espíritu Santo por primera vez en sus vidas. Sólo esperaba que no les fuera tan terriblemente como mi primera vez.

Años atrás, Hermana Emma había recibido una invitación a ministrar sobre el Espíritu Santo a un grupo de jóvenes norteamericanos que andaría de retiro en Telamar. Ella no podía ir, pero los organizadores me aceptaron a mí en representación de ella. Manejé hasta Tela, llevando a Abbie y a Hansi - apenas una infante. El problema no fue el idioma. (Hablo inglés fluidamente.) No era la juventud de ellos. (Creo que sé llevarme bien con los jóvenes.) Tampoco el tema del Espíritu Santo. (Había tenido vivencias personales con Él.) El problema fue que tropecé citando un versículo que - aunque yo no lo sabía - tocaba un punto doctrinal fundamental. Los muchachos, siendo de trasfondo bautista, se sabían bien la Biblia y estaban bien establecidos en su doctrina. Se me avalancharon encima en una ola de apologética sincronizada. Me sentí atacado, entré en pánico, y me trabé. No pude compaginar mis pensamientos, hasta que - durante la hora de almuerzo - me metí a orar con Abbie. Durante la tarde, más o menos logré re-encaminar la conversación, pero regresé a casa insatisfecho. Sentí que había fracasado en mi primer asignación como ministro enviado.

Pero como todas las cosas ayudan para el bien de los que amamos al Señor, aquella experiencia me hizo más responsable en mi estudio bíblico. Me ayudó a ver la importancia de entender claramente los conceptos espirituales para poder impartirlos de manera sencilla y práctica. Nuestra ministración no necesita estar atiborrada de versículos, pero sí debe estar debidamente fundamentada.

Rumbo a Yorito, mi preocupación era que los chicos no estuvieran debidamente fundamentados para lo que se esperaba de ellos en la misión. Traté, a lo mejor de mi capacidad, de revisar sus fundamentos. Corrigiendo lo defectuoso. Aclarando dudas. Despertando en ellos un sentido de responsabilidad, sin perder de vista lo sencillo que realmente es ministrar si dependemos de la capacidad del Espíritu Santo y no de la nuestra.

Podría haber sido más fácil, de no ser por Hipo - la almohada de peluche morado con forma de hipopótamo que por años Ana Raquel llevaría en todos sus viajes misioneros. Hipo me miraba desde detrás del abrazo de Ana, recordándome que mis compañeros de misión eran casi unos niños todavía.

¡Pero los chicos fluyeron de maravilla! Fueron muy sensibles a la dirección del Espíritu Santo, y muy edificantes para la congregación del Pastor Edy. Fue la primera que recibimos una ofrenda por impartir Adoremos. Esta vez regresé a casa satisfecho, si bien más consciente de la importancia de fundamentar seriamente a los chicos que estaba formando. El contenido del seminario Adoremos tendría que ser revisado, re-evaluado y destilado una y otra vez.

Trabajaba en la primera de esas revisiones cuando el Pastor Remo Bardales me invitó a impartir Adoremos para los jóvenes de su grupo de alabanza en IPV de San Pedro Sula. En vista del nuevo contenido, decidí aprovechar para que los chicos de mi propio equipo recibieran el seminario también. Y aprovechando la confianza con los pastores Bardales, aun incluimos sesiones privadas donde los chicos pudieran confesar sus pecados y ser ministrados.

Wendy seguía luchando. No le permití tirar la toalla aquella vez que llamó llorando. Paso a paso, seguía en el proceso. Buscaba consuelo cada día más en el Señor que la levantaba para vida, en vez de la música depresiva que la hundía para muerte. Algunos días eran mejores que otros, pero avanzaba. Durante el entrenamiento, echó mano de la oportunidad de confesar pecados para recibir perdón y sanidad. Wendy lloró dos ríos y medio.

¡Cuán pesado lastre es la culpa! La nueva libertad del Señor le permitiría entrada libre a la presencia de Dios. A través de la adoración, podría conectarse con el Señor. Y en sus momentos a solas con el Señor, comenzaría a escribir canciones a Aquel al cual adoraba.
     En verano o en invierno
     Sea de noche o de día
     En salud o enfermedad
     En tristeza o alegría

Angie tenía 12 años apenas. Y aunque había escuchado antes muchos de los conceptos del seminario, ella recuerda esa versión del entrenamiento como una base importante para iniciar su ministerio en adoración. Dice haber aprendido ahí fundamentos básicos que aplica hasta hoy.

Principalmente, sus motivaciones para estar en el ministerio de alabanza quedaron expuestas. Su sueño infantil de ser una estrella admirada por todos seguía vivo. Ya no en el mundo, sino en la iglesia; pero era el mismo sueño, nacido de la misma vanagloria. Se dio cuenta de que estaba en el ministerio de alabanza para que las personas la vieran a ella, no al Señor. Inadvertidamente, para que la alabaran a ella, no al Señor. Ese día tuvo un atisbo de la verdadera adoración. Entendió que no se trata de nosotros, sino del Señor. Que adoración no es el bonito cantar de baladas lentas, sino una vida rendida completamente al Señor. Un corazón contrito y humillado, como un altar encendido por toda la eternidad.

*   *   *   *   *

Buenos reportes del entrenamiento Adoremos llegaron hasta los pastores de otras iglesias hijas de MUNA - aun aquellas en otros países. Algunos nos preguntaban cuándo volveríamos a impartirlo, pues querían enviar a su gente de alabanza. Ya que aumentaran las solicitudes, hermana Emma nos animó a impartirlo para una audiencia internacional. Por supuesto, la invitación estaría abierta a gente local también. Aprovechando las aptitudes informáticas de los muchachos, comenzamos un sistema de registro en red que a futuro se convertiría en una útil base de datos.

Esto de compartir lo que Dios nos estaba dando con nuestros homólogos de otros lugares resultó ser una experiencia muy gratificante. No sólo por la satisfacción de servir a otros, sino por la sensación de pertenencia. Sentirse tan unido en el espíritu con alguien a quien uno realmente no conoce... ¡No tiene precio!

Sin embargo, no toda la tribu estaba cerca. Un día llevé a Abbie a La Ceiba, donde la habían invitado a predicar en un evento para damas. Ya que no podía estar en el evento, aproveché para ir a cenar a Kentucky Fried Chicken. No por el pollo frito, sino porque ahí estaría Aldo, trabajando el turno de noche. Lo vi cansado y frustrado. Sonriente al verme, sí, pero triste. Él y Gina tenían tres hijos ya, y digamos que estaban pasando tiempos de gran aprendizaje, con pruebas en todas las áreas de sus vidas. Con todo, no habían dejado de servir al Señor. Y el Señor no los había desamparado.